EL PAíS
Cuánto vale el aparato en elecciones
Por M. G.
El peso del aparato es un misterio. En elecciones con diferencias amplias nunca resultó decisivo. Un ejemplo fueron las legislativas de 1997, cuando Graciela Fernández Meijide, una candidata que entonces parecía destinada a la presidencia, le ganó a Hilda “Chiche” Duhalde a pesar de que el apellido era sinónimo de peronismo bonaerense, es decir, de peronismo.
La consulta de Página/12 entre dirigentes políticos, consultores y líderes sociales con conocimiento artesanal de la calle arrojó estos datos, algunos de ellos dichos con sigilo porque el aparato es, a veces, sinónimo de política abierta y, otras, el equivalente non sancto de los viejos conservadores:
- El aparato es propaganda y presencia en lugares donde el candidato no llega por sí mismo.
- Con el aparato se puede lograr profundidad geográfica y gana peso electoral a medida en que se desciende en el nivel social. En Merlo, donde el peronismo es adolfista, hay más votos de Rodríguez Saá que en Quilmes, donde Kirchner saca ventajas gracias al dinamismo del PJ local. Hace dos meses, Kirchner ni existía electoralmente en Tucumán. Hoy figura en las encuestas de intención de voto gracias a su alianza con el dirigente local Néstor Alperovich.
- Aparato es tener fiscales entrenados. En el partido de La Matanza, por ejemplo, hacen falta 3500 fiscales. En los papeles, los que contarían con esa cantidad asegurada son Menem y Kir- chner. Al tercer peronista, Rodríguez Saá, le falta implantación territorial.
- Un dirigente del aparato puede tejer complicadas maniobras para garantizar que el voto en el cuarto oscuro sea el prometido al caudillo local.
- Un puntero del aparato, por decirlo en términos radicales, puede influir en un grupo de 150 o 300 personas.
- El aparato sirve para movilizar votantes el día del sufragio.
- Los votos conseguidos por el aparato suelen representar la tercera parte de los votos obtenidos por el candidato.