EL PAíS • SUBNOTA
› Por Horacio Verbitsky
La declinación de YPF comenzó con la decisión de endeudarla para adquirir armamentos. Esa hipoteca llegó a los 6000 millones de dólares en el año previo a la ocupación de las islas Malvinas, cuando presidía YPF el ex general Carlos Suárez Mason. Es cualquier cosa menos casual que YPF haya sido vendida a Repsol por Carlos Menem, el mismo presidente que indultó y puso en libertad a Videla y Suárez Mason, y expropiada por CFK, durante cuya presidencia fue condenado Videla a reclusión perpetua. La reapertura de los juicios, asumida como eje de su política por Néstor Kirchner en 2003, fue el prerrequisito sin el cual no hubiera sido posible para el presidente y su esposa enfrentar a los acreedores externos, los organismos financieros internacionales, la oligarquía diversificada, los grandes medios, los bancos que se habían apoderado del sistema previsional y, ahora, los financistas españoles que vaciaron YPF. La designación en el directorio de YPF de Eduardo Basualdo, quien investigó antes y más a fondo que nadie las transformaciones regresivas impuestas a partir del golpe, es otro acto de coherencia de Cristina. Mientras, Videla sigue rumiando en la cárcel sobre la “guerra justa, en los términos de Santo Tomás”, que aún cree haber encabezado. Y la Iglesia que lo acompañó mantiene en secreto los documentos que anticiparon en tres décadas la confesión del dictador.
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