EL PAíS • SUBNOTA
- Graciela Borges (actriz): “Tengo el recuerdo más grande. También la conmoción más grande, a pesar de que tengo aceptación por la muerte. Tengo el corazón roto, no tengo más ganas de filmar. Hay una cosa muy poderosa que pasó con Favio: era una persona del Universo, y de nosotros especialmente. Estoy tan triste... Era mi amigo, mi confidente. Una persona con la que podía pelear, disentir, amar. Tenía completud. Lo voy a extrañar con mi corazón triste, rota. Como director era fantástico. En esa cámara tenía piedad, tenía amor. A los personajes más despreciables los vestía de luz. Tenía una compasión enorme con su cámara”.
- Federico Luppi (actor): “En su partida hay un poco de piedad. La estaba pasando mal, pobre. Conocí a un ser humano excepcional en muchos sentidos. Un director magnífico por la pasión que ponía, por lo que sabía de cine, por cómo trataba a los actores. Quería la materia con la que trabajaba. Me da pena que se vaya un tipo de tremenda lucidez, de gran sensibilidad, que cuando hubo que jugarse, se jugó. Y con una coherencia que muchos le envidiamos. Trabajar con él era un aprendizaje constante. Era una cosa curiosa: yo oí muchas veces hablar de la incultura de Favio y resulta que me encontré con un tipo de una agudeza poco común, con un sentido de lo dramático, por cómo planteaba las situaciones, por cómo escribía y cómo de cada secuencia pescaba lo esencial. Y en cada película aparece siempre un gesto de grandeza de él como creador. Me da pena que se vaya con esa enorme cabeza que tenía. Sin exagerar, diría apelando a una figura extrema: sin Favio no habría historia del cine”.
- Alfredo Alcón (actor): “El clima que creaba en las filmaciones era de pasión. Era muy querido por todos los técnicos porque sentían que con él iban a volar. Todavía no me ha llegado la tristeza porque pienso cuando trabajaba con él, cómo nos reíamos. Era un artista y por eso había momentos en que uno no podía estar cómodo mirando una película de Favio, te sentías incómodo en la butaca. Trabajando con él sentías que contaba con vos, no era el gran Leonardo que venía desde arriba a darte órdenes, era más de pedir que ambos nos diéramos cosas. Era un buscador del alma, un creador y cuando cantaba o hacía películas, todo lo hacía con pasión. Definirlo sería maniatarlo y él quería ser libre”.
- Esther Goris (actriz): “El Paraíso bien pudiera ser ese lugar donde uno pudiera ver tus películas por la eternidad, queridísimo Leonardo Favio”.
- Edgardo Nieva (actor): “Significó mucho; fue el primer cineasta que creyó en mí. Fue el que, de alguna manera, descubrió que yo servía para esto. Y con él tejimos juntos un sueño que era dificilísimo: hacer una película costosísima para la época como Gatica. Era un ser pasional que ponía la sangre en lo que hacía. Y se encontró con otro loco como yo. Trabajamos codo a codo durante cuatro años para hacer realidad esa película, sorteando mil escollos. Salió lo que salió porque pusimos un montón de amor, y esencialmente porque era un genio como director. Supo plasmar como nadie la época. El me decía que Gatica fue el lápiz a través del cual pudo contar los diez años de mayor felicidad del pueblo argentino. Se fue el mejor embajador de la cultura que tuvo la Argentina. Un militante de esos que nace cada cien años. Un gran militante peronista y un militante de la vida, porque él amaba todo lo que hacía”.
- Víctor Laplace (actor y director): “Fue el más grande. Siento una enorme pena. Yo lo conocía bastante, había sido muy importante para mí. En mi primera película como director, El mar de Lucas, tuvo palabras más que elogiosas: ‘Este el camino, Víctor, por acá’. Tomé todo lo que me dijo y me da mucha pena porque no podrá ver Puerta de Hierro, la película que él sabía que yo iba a dirigir y con la que estaba muy entusiasmado. Hay gente que uno quiere que no se muera nunca... En el trato era muy afable, una persona profundamente religiosa, también casi mística. En ese sentido, hacía de las relaciones una cosa quizá muy esporádica porque él estaba siempre encerrado trabajando. Era un gran trabajador. Y me parece que estaba muy a gusto con su soledad. Pero esa soledad era muy creativa”.
- Horacio González (director de la Biblioteca Nacional): “Fue autor de un cine sacramental que mezcla ingredientes y elementos de la tragedia popular argentina. Puso el énfasis en el candor de las vidas populares, en la arcilla de lo popular. Su cine expresa la reconstrucción de esas leyendas desde un refinadísimo sentimiento de lo trágico popular. Es un cine evangélico inspirado en las vanguardias más reconocidas del siglo XX. Además fue una figura desgarradora de la política argentina. Su nombre está antes y después del peronismo. Su arte fue un intento de llegar a una forma exquisita de la política, toca puntos muy hondos de la historia argentina, no sólo los populares”.
- Raúl Perrone (cineasta): “Cada vez que alguien me preguntó por una de mis referencias o sobre mis tres grandes directores, siempre decía: ‘Favio, Favio y Favio’. Cuando yo era pendejo despertó en mí meterme en los cines una y otra vez. Creo que vi Juan Moreira treinta veces. Y no tenía la posibilidad de bajar películas de Internet o comprar un DVD: había que ir al cine. El dependiente y las siguientes sí las vi en TV cuando tenía 13 o 14 años. Fue siempre un gran poeta de la imagen, nuestro gran director argentino. Lo que más me motivó tiene que ver con lo que alguna vez le escuché decir y llevé como bandera: ‘No podés hablar de las cosas que no sabés’. Sabía de lo que hablaba y tenía una sensibilidad asombrosa. Y manejaba a los actores como nadie, tenía una gran personalidad para dirigir. Lo que más me gustaría es que no se lo olvide. Hoy puse en el Facebook: ‘Habiendo tantos hijos de puta, se va él’. Es el mundo del revés. Ha sido el tipo que más influyó en los últimos veinte años. Hacía poesía con la cámara. Y no hemos tenido tantos acá, y no sé si tendremos”.
- Ricardo Darín (actor): “Me crié cantando sus canciones y después descubrí su cine. Estoy shockeado por la pérdida de una persona tan auténtica y sincera”.
- Manuel Antín (director y rector de la Universidad del Cine): “Fue una compañía muy entrañable a lo largo de todo el camino que hice por el cine. Trabajamos juntos en mi segunda película, Los venerables todos, donde él hacía de extra. Me pidió aparecer, ya que no estaba en el elenco. Fue un gran amigo, un gran cineasta que no olvidaré. Su gran película fue El romance del Aniceto y la Francisca y, en segundo lugar, Crónica de un niño solo: son las que han hecho de Favio lo que es para todo el cine argentino. Deja una marca de gran respeto y de gran afecto porque con los años se convirtió en una figura ejemplar. Por ejemplo, en la universidad, los chicos que prácticamente no lo conocieron y que, quizá, no vieron ninguna película suya, sin embargo lo veneran como la gran figura del cine argentino. Y es una de las grandes figuras del cine argentino”.
- Jorge Coscia (secretario de Cultura de la Nación): Perdimos al más grande cineasta argentino de todos los tiempos. Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo y tratarlo pudimos confirmar que la grandeza y la sensibilidad de su obra iban de la mano de su grandeza como persona. Favio era como filmaba, no se quedaba con nada en el tintero. Todo su talento y su instinto artístico, hijos de su profundo humanismo, estaban presentes en cada plano, en cada movimiento de la cámara, pero también en cómo te abrazaba. Su fervor político era una expresión de ese humanismo, que a la vez marcó su mirada del peronismo y la manera de plasmarlo en su trabajo. El peronismo de Favio es, sobre todo, una mirada desde el amor de la Argentina de Perón y de Evita. Las películas de Favio, profundamente populares y refinadas a la vez, capturan la fibra íntima del peronismo como expresión cabal de una gran obra colectiva de amor al pueblo. Por eso resultan tan emocionantes. Porque así como para orientarse en el bosque sólo basta una brújula que señale el norte, en la cultura pasa algo parecido: una película argentina hecha desde la propia perspectiva genera inmediatamente pertenencia cultural. Favio ha sido eso: una formidable brújula cultural que permite saber quiénes somos, dónde estamos y de qué formamos parte”.
- Fernando “Pino” Solanas (cineasta): “Era dueño de un cine con un realismo poético muy intenso. Se fue dejando una obra descomunal, un testimonio cultural y cinematográfico único. Era una figura múltiple. Tenía la conjunción precisa entre sensibilidad popular y la mirada culta. Fue un artista popular único. Se fue un gran poeta del cine”.
- Leonor Manso (actriz): “Fundamentalmente fue un gran artista. Nos representa en todo su cine de una forma muy profunda y esencial, desde Crónica de un niño solo hasta Aniceto. Fue un creador. Nos queda su obra, que nos representa. Como artista, eso es lo más valioso. Así hay que recordarlo. Recuerdo que cuando filmábamos Boquitas pintadas con Leopoldo Torre Nilsson, venía a las grabaciones. Era un joven muy inquieto, curioso. Tenía un vínculo estrecho con Nilsson, siempre lo apoyó”.
Producción: Daniela Rovina y Oscar Ranzani.
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