Vie 27.06.2003

EL PAíS • SUBNOTA  › OPOSICION ENTRE LA BANCA PUBLICA Y LA PRIVADA

Por qué otros no prestan

› Por Julio Nudler

¿Por qué el BNA ofrece préstamos cuando los bancos privados no lo hacen? ¿Y por qué los lanza a tasas de interés considerablemente inferiores a las que teóricamente rigen en el mercado? Respuestas a estas preguntas hay para todos los gustos. Un economista que pidió anonimato dio, por ejemplo, la siguiente: “Porque esos créditos nunca se van a concretar”. Y de sobrepique desafió: “Dentro de seis meses, cuando se haga el control de gestión, veremos que de los $ 500 millones ofrecidos fue desembolsada una mínima parte. La razón –explicó– es simple: le pedirán tantos datos y papelitos a los interesados, que casi nadie conseguirá terminar el trámite. Esto ya ocurrió muchas veces. Por algo ninguna persona común -los presuntos destinatarios de los préstamos personales– tiene idea de dónde queda la gerencia de crédito del Nación, salvo el agro, que siempre recibió préstamos para no devolverlos”.
Otra lectura del mismo anuncio es que el Nación, como banco del Estado, no persigue fines de lucro, por lo que puede operar con márgenes menores, y asume como asunto suyo el papel social (y también macroeconómico) del crédito, que a los banqueros privados les resbala. De hecho, la retracción crediticia de sus entidades funciona como medio de presión sobre el Gobierno para conseguir las compensaciones reclamadas porque es un palo en la rueda de la reactivación.
Nada de esto piensa Guillermo Mondino, alta figura del último equipo de Domingo Cavallo. Para él, “el Banco Nación no es serio porque nadie se hace responsable de su patrimonio. Es fácil prestar plata ajena. Como no se somete a reglas equivalentes a las que rigen en el mercado, desplaza a la banca privada y distorsiona la asignación de recursos”. ¿Pero tan mal le cayeron los anuncios de ayer? Por lo visto, sí: “Si me dijeran que el Nación ofrecerá 500 millones para microemprendimientos en el noreste, financiando por ejemplo la reconversión de los minifundios yerbateros, aplaudiría de pie y a gritos. Pero si salen a ofrecer préstamos hipotecarios –critica–, quisiera saber por qué no los están otorgando los bancos privados. ¿Estos son todos irresponsables y estúpidos?”.
La idea de Mondino y de los muchos economistas que razonan en los mismos términos es que la banca pública sólo debe actuar allí donde hay fallas de mercado: necesidades de financiación que la banca privada no atiende ni atenderá nunca. Por ejemplo, prestarle a una familia pobre para que invierta en una máquina de coser como medio de producción, o a los inundados. Claro está que si se restringe a este papel, la banca oficial no cumpliría una función de testigo, limitando los excesos de la privada, y tampoco serviría como instrumento activo de la política económica.
Además de considerar que las líneas de crédito habilitadas por el BNA son pura “política”, en el peor sentido del término, y que de todas formas la ineficiencia de la entidad impedirá ejecutarlas, los críticos del actual equipo económico plantean que si el Gobierno quiere que vuelva el crédito debe acabar con las razones por las cuales la banca está operando a pérdida. Pablo Guidotti, quien fue el último secretario de Hacienda del menemismo, afirmó recientemente en unas jornadas organizadas por el BCRA que el 55 por ciento de los activos de la banca, o tres veces su patrimonio neto, son acreencias contra el Estado (bonos públicos, etc.), que ella fue “forzada” a acumular. Como se ve, el Estado siempre tiene la culpa, particularmente cuando quiebra.

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