EL PAíS • SUBNOTA
› Por Mario Wainfeld
El oficialismo podría primar en las elecciones, por lo acumulado en diez años bien condimentado por la vacuidad opositora (ver nota principal). En un año difícil, le sumaría chances inyectar más recursos en el bolsillo de los ciudadanos, en especial de los trabajadores más humildes. Ningún gobierno se priva de intentarlo en vísperas electorales, menos que ninguno uno de matriz peronista. El kirchnerismo es rápido para esos mandados.
Aun en un escenario de ratificación, queda pendiente una agenda para abordar, determinada por carencias de largo tiempo o por cambios introducidos por el propio “modelo”. Hay herramientas que perdieron filo, hay desafíos nuevos para abordar. El cronista hará un esbozo veloz e incompleto. Tanto que pondrá entre paréntesis las cuestiones económicas, en parte por falta de espacio, en parte por límites de su saber. Con todo, es forzoso consignar que la sangría financiera producida por las necesidades energéticas es un problema de primer nivel, que desarticula toda ecuación económica.
Es imprescindible tratar de reconstruir algo parecido a un sistema nacional de salud. En materia educativa se consiguió bastante en este sentido, aunque ahora se transita una meseta insatisfactoria. Pero en salud poco de eficaz se vino haciendo, casi todo durante el ministerio de Ginés González García, que duró hasta 2007.
El hacinamiento urbano, las carencias de viviendas dignas siguen siendo una necesidad, aun mediando el valioso paliativo del programa Pro.Cre.Ar.
El conurbano bonaerense es un problema nacional. No hay abordajes que intenten cambiarlo ni proyectos de cambios de la estructura poblacional. El millón aproximado de jóvenes que no estudian ni trabajan es otra tragedia de época, irresoluble con los instrumentos hoy existentes. De hecho, no hay ninguna agencia estatal que se ocupe de ellos en forma específica y direccionada.
Un país que necesita divisas y las acumula sobre todo por las exportaciones agrícolas seguramente no puede darse el lujo de mantener árida una importante fracción de su territorio. He ahí otra tarea nacional, de larga y costosa construcción, que está en veremos.
La Asignación Universal por Hijo debería ser institucionalizada por ley y actualizada semestralmente, de modo similar al exitoso sistema usado para las jubilaciones.
Los interesantes niveles de movilización popular posibilitan que se los piense más allá del aval político y de las tareas solidarias. La lucha contra la informalidad laboral podría valerse de ese recurso democrático y participativo, al que también podría echarse mano en las acciones para controlar los precios.
La nómina es subjetiva y parcial, aunque no caprichosa. El kirchnerismo supo relanzarse en 2009, en el contexto de una derrota electoral y una crisis económica machaza. Tal vez ahora, el marco sea más satisfactorio. Pero la necesidad de renovar agenda, otear el mediano plazo y remozar elencos será una necesidad más allá de los resultados que arrojen las urnas.
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