EL PAíS
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La cajita es de lata
› Por Martín Granovsky
Cuando en un organismo público el robo es un subproducto lamentable, basta con barrer un poco y maquillar. Pero el orden es insuficiente cuando las cosas son al revés, cuando el centro de la actividad consiste en robar y el trabajo es un subproducto que sirve de coartada.
El PAMI pasó de ser un gran presupuesto estatal a una caja. No de cristal, sino de lata. Caja, en política, es una fuente de financiamiento sucio que se basa en quitarle dinero al Estado o, desde un puesto oficial, cobrar peaje en pesos para trámites y contratos.
Al intervenir el PAMI, el Gobierno dio indicios de que proyecta terminar con una caja.
“No quisimos que todo el problema del PAMI apareciera como un enfrentamiento personal entre Kirchner y Barrionuevo”, dijo anoche un funcionario del Gobierno a Página/12. También mencionó las conclusiones de Juan González Gaviola desde que se instaló en el PAMI en nombre de Kirchner:
- Sería imposible mejorar los servicios de la obra social de los jubilados sin una reforma a fondo.
- Sería imposible una reforma a fondo sin intervención.
La convivencia con los representantes de los Gordos de la CGT, los que obedecen a los gremios grandes, se estaba transformando, según el Gobierno, en un escenario de toma y daca que obturaba, por ejemplo, la regionalización de las prestaciones del PAMI.
Con la decisión de ayer Kirchner parece haber diseñado también una estrategia para tratar con los Gordos.
Al principio, cuando cargó contra Luis Barrionuevo y personalizó el ataque, dio la impresión de que jugaba a que los socios de Barrionuevo lo dejarían suelto, sin apoyo, convencidos de que una larga etapa del PAMI había terminado.
Pero la táctica de intentar la división de los Gordos es difícil. Se asemeja a un espejismo. Los Gordos hacen como que quitan el apoyo al Gordo menos presentable cuando en realidad se repliegan. El repliegue dura hasta que detectan la pérdida de poder de su adversario. Entonces, llegado el momento, inician el contraataque para profundizar su desgaste y retomar las posiciones originales.
La táctica contraria sería considerar a los Gordos en bloque y, en lugar de la negociación, plantear una política con apoyo masivo a la cual cueste oponerse. Como la oposición sin duda existiría, pero sería solapada, la forma de contrarrestarla apuntaría a golpear en el grueso del negocio. Es decir, a golpear en el bolsillo.
¿Kirchner eligió la segunda alternativa? Puede ser. En ese caso González Gaviola deberá afrontar el desafío doble de presentar un plan impecable y rodearse de gerentes que realmente puedan desmontar la cajita de lata.
Anoche circulaba entre los nombres mencionados para ocupar los nuevos cargos el de Edelmiro Rodríguez, gerente del PAMI de la Capital Federal con José Corchuelo Blasco, interventor de la obra social hasta enero de este año.
Las compras de medicamentos de Rodríguez están siendo observadas con atención por la auditoría interna del organismo y por la Auditoría General de la Nación.
Cuando el entonces presidente Eduardo Duhalde decidió terminar con la intervención y dio impulso a una normalización superficial, Edelmiro Rodríguez juntó voluntades para que fuera elegido director de la Región I (Capital Federal) el médico Luis González Montaner.
González Montaner tiene experiencia en el PAMI. A principios de la gestión de Carlos Menem asesoró a la interventora Matilde Menéndez, que debió dejar la obra social por la investigación que se produjo luego de que en febrero de 1994 Página/12 publicara la trama de las coimas entre funcionarios y prestadores.
El reto es encontrar una alternativa entre dos caminos falsos: por un lado, la privatización del PAMI; por otro los que, haciendo caja, siemprequieren convertir al PAMI en una nueva ENTel para que luego sea fácil privatizarla.
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