EL PAíS • SUBNOTA
› Por Horacio Verbitsky
A la hora de decidir el voto, un instrumento útil y divertido es el juego Elegilegi.org. Fue realizado por el ingeniero en software Santiago Coffey, sobre datos de 32 proyectos de ley que la Cámara de Diputados votó desde 2006 hasta 2013, compilados por Andy Tow. Entre esas leyes figuran las de retenciones móviles a las exportaciones cerealeras, represión del terrorismo, mercado de capitales, matrimonio igualitario, identidad de género, reforma judicial, riesgos del trabajo, transferencia de fondos del Banco Ciudad al Nación, medios audiovisuales, protección de glaciares y de bosques nativos, seguridad bancaria, presupuesto, estatización de YPF y del sistema jubilatorio, voto joven, primarias abiertas, blanqueo de capitales, tierras, transferencia del subte a la Capital, carta orgánica del Banco Central, per saltum, trabajadores domésticos, expropiación de Ciccone, Papel Prensa, 82 por ciento para jubilados, memorando de entendimiento con Irán, trata de personas. Una vez que el participante ha elegido en cada caso si hubiera votado a favor o en contra, o se hubiera abstenido o ausentado del recinto, el programa le indica qué porcentaje de coincidencias tiene con las votaciones reales de cada legislador. Hice la prueba y encontré que mis mayores acuerdos son con el Frente para la Victoria. En el 91 por ciento de los casos hubiera votado como lo hicieron las autoridades de ese bloque, Agustín Rossi y Juliana Di Tullio, con un mínimo del 58 por ciento de coincidencias con el diputado sanjuanino Juan Carlos Gioja. Este piso de conformidad con el oficialismo supera al máximo de consenso que tuve con la Unión Cívica Radical (sólo en el 42 por ciento de los casos votaría como lo hizo el presidente de su bloque, Ricardo Gil Lavedra, 35 por ciento como su emblemático Ricardo Alfonsín y su primera candidata Margarita Stolbizer, con un bajón hasta el 22 por ciento respecto de Oscar Aguad) y con la Coalición Cívica Libertadora (Elsa Quiroz, 58 por ciento, que cae al mínimo del 7 por ciento con Elisa Carrió). Hubiera hecho lo mismo que mis viejos amigos Víctor de Gennaro en el 50 por ciento de los casos, Claudio Lozano, el 41 por ciento y Pino Solanas, el 35 por ciento. Sólo asentí al voto del macrismo entre el 8 por ciento (Gabriela Michetti) y el 19 por ciento de las veces (Federico Pinedo), muy similar al 17 por ciento de la indefinible Norma Morandini, quien hace dos años fue candidata a vicepresidente del socialdemócrata Hermes Binner. Por debajo de ese modesto nivel figura mi avenimiento con los votos del Peornismo Opositor (5 por ciento de entendimiento con Carlos Brown y Graciela Ocaña, 12 por ciento con Ramón Puerta, 19 por ciento con Francisco De Narváez). Es difícil ubicar en este cuadro al Frente Renovador de Sergio Massa, ya que sus principales dirigentes sólo ocuparon cargos ejecutivos municipales, y en este ejercicio sólo cuentan los votos en la Cámara de Diputados. El abanico de concordia y disidencia es tan dispar como ese heterogéneo espacio político: va del 58 por ciento de acuerdos con el ex lilito Adrián Pérez al 5 por ciento con el petrolero Alberto Roberti, pasando por el 48 por ciento con Felipe Solá, el 36 por ciento con Christian Gribaudo, el 33 por ciento con José Luis Barrionuevo de Camaño, Juan José Alvarez y Jorge Sarghini, el 27 por ciento con Soledad Martínez, y el 19 por ciento con Gladys González y Graciela Camaño de Barrionuevo. Gracias al jueguito de Tow y Coffey es evidente que entre esos tipos y yo hay algo personal.
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