EL PAíS
• SUBNOTA › ENCUENTRO CON IGLESIAS, DEL BID, Y CAFECITO CORTO
Relax antes del encuentro
› Por Fernando Cibeira
Entre las posibilidades que tenía en carpeta Néstor Kirchner para su mañana libre en Washington estaba la de salir a recorrer los monumentos históricos, pero prefirió quedarse en la residencia del embajador a repasar los temas que tocaría en el encuentro con George Bush. Para más, al mediodía recibió al presidente del BID, Enrique Iglesias, que salió hablando de la “buena predisposición” que veía hoy en la capital norteamericana para apoyar la gestión de Kirchner.
“La reacción de la economía argentina ha sorprendido a los más escépticos”, comentó Iglesias a la salida, apurado por conseguir un vuelo que lo llevaría a Centroamérica. “Las cosas han cambiado en forma importante”, apuntó.
Antes del encuentro, Kirchner tuvo el único momento distendido que le permitió la actividad de ayer. Salió a dar una vuelta por los alrededores de las oficinas diplomáticas argentinas que entre embajada, residencia y cancillería ocupan más de media cuadra sobre la señorial Q Street. Por consejo del embajador José Octavio Bordón, Kirchner entró a saludar al peluquero que atiende en Diego’s. Luego dio vuelta a la manzana y entró en la librería Kramerbooks, cercana a la Dupont Circle, la zona de las casas de arte y antigüedades.
El recorrido terminó con un cafecito en la vereda. A la mesa del Presidente se sentaron Bordón, el canciller Rafael Bielsa y el ministro Roberto Lavagna. En la mesita de al lado se ubicaron el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el jefe de la SIDE, Sergio Acevedo. Y atrás el vocero presidencial Miguel Núñez y el jefe de asesores de Cancillería, Eduardo Valdés.
Al Presidente le alcanzaron una pelotita con forma de globo terráqueo para que juegue y luego le hizo un reportaje un enviado de la televisión turca que pasaba por ahí. La entrevista comenzó seria con Irak y el terrorismo y terminó en cualquier otro lado cuando se habló de Orteguita, el delantero de la Selección que fue sancionado por no seguir jugando en un club turco.
Cuando quedaron solos, el Presidente y los ministros se pusieron a hablar sobre el nivel de vida de los norteamericanos. La riqueza que se percibe en las calles era algo que a Kirchner ya le había llamado la atención durante la gira europea. “Acá un director de colegio gana 10 mil dólares, y le dan casa y auto”, le explicaban.
A la hora de pagar la ronda de cafés, hubo sorpresas. “Acabo de romper una fama ganada con 40 años de conducta”, sostuvo el embajador Bordón, que sacó la billetera y hasta dejó propina.
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