EL PAíS
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Cómo es ahora el nuevo circuito de los repuestos usados de autos
Conseguir un repuesto usado es tarea imposible. Los mecánicos ya no lo hacen. Los desarmaderos que no fueron clausurados sólo les venden a conocidos. En los talleres, el trabajo bajó abruptamente. “La gente prefiere esperar a comprar repuestos originales”, explican.
› Por Horacio Cecchi
Muchos aplauden. Otros se quejan o analizan con escepticismo. Algunos esperan a que todo pase para volver a lo mismo. En La Paternal, especialmente alrededor de la calle Warnes, desde que se iniciaron los operativos antidesarmaderos truchos, se respira una mezcla de perfume de velorio y expectativas de diversa índole. En el rubro de los mecánicos, para algunos, el esfuerzo gubernamental sobre los desarmaderos está visto como despliegue escénico. Para otros, “es lo mejor que podrían haber hecho”. Los operativos provocaron el cierre de persianas casi masivo en la zona de Warnes. Los repuestos truchos desaparecieron del circuito. La compra se desvió a autopartes originales vendidas por locales oficiales. Mecánicos y chapistas ya no compran repuestos sino que encargan la tarea a los clientes. En Warnes, las persianas bajaron, pero temporalmente. “Volvé en un mes, cuando pase todo”, sugieren a sus clientes.
Por el momento, el termómetro está clavado en los resultados inmediatos de los operativos: decenas de detenidos, centenares de autopartes secuestradas, multas y persianas bajas. El martes pasado, el secretario de Seguridad, Norberto Quantín, había anunciado en conferencia de prensa el vertiginoso descenso del delito relacionado con el robo de automotores, como ya había adelantado este diario, y que oscilaba en un 55 por ciento. Y la explicación oficial no dejaba lugar a dudas: el descenso era resultado de los operativos. Pero, simultáneamente a los operativos, en la zona de Warnes y en el rubro de las autopartes se producen movimientos menos visibles y más sugestivos.
“¿Si tuvieron efecto los operativos? –preguntó Antonio mientras restregaba sus manos contra el overol, en su taller mecánico–. Históricamente, julio es un mes que genera mucho movimiento por las vacaciones. Pero la primera quincena de este julio arrancó muy mal. Estaba todo parado. Tan mal y tan parado como en el diciembre fatídico de De la Rúa.” Antonio asegura que, como repercusión, el movimiento en los talleres mecánicos también bajó. “Solamente vienen tipos con algún pedido muy puntual.” La lógica que despliega Antonio es sencilla y compartida por muchos de sus colegas: el clima de cautela y el cierre de persianas disminuyó en un 80 por ciento la circulación de repuestos truchos. El precio de los repuestos de autos cortados es un 30 o 40 por ciento menor al de los repuestos nuevos y originales. Según esta lógica, el cliente “aguanta” el arreglo si no es de urgencia y sólo compra lo imprescindible en casas autorizadas.
“Esto ya venía planchado de antes –aseguró Marito, chapista–. No se le puede echar la culpa a los operativos. Pero ahora al chapista y al mecánico les bajó también el laburo porque el cliente no quiere traer el auto al taller. Lo que pasa es que la misma gente justifica a los desarmaderos con que los repuestos originales son más caros. ¿Cómo van a justificarlos? La gente tira la carne al asador, pero es una locura. El repuesto original tiene un motivo para el precio y no se puede comparar con uno trucho que se sabe que es barato, pero no cuando te deja de a pie. En esto son todos bichos y todos quieren hacer su negocio.”
Entre los empleados del taller de Marito hay consenso general. Pese a la falta de circulación de repuestos, los precios no suben por una razón muy simple: no hay plata para comprar lo que no es imprescindible.
“La semana pasada necesitaba una caja de velocidad –aseguró Carlos, mecánico–, y no la podía conseguir. El 80 por ciento de los locales de Warnes estaba cerrado. Y el 20 por ciento restante no la tenía. Al final la conseguí. Al mismo precio que antes.”
Cuando Carlos entraba a preguntar por la caja de velocidades, en la mayor parte de los locales se encontró con una respuesta que resulta sugestiva: “Por ahora no tengo”. “¿Cómo que por ahora no tengo? –se preguntó Carlos–. Me dio la sensación de que tienen los repuestos, pero los tienen guardados, tienen miedo de venderlos. Así que te tiran para adelante. En un mes se van a volver a conseguir.” La sensación de que los operativos no pasan de un despliegue escénico manifestada por Carlos es sostenida por unos cuantos más. “Ahora, en Warnes, lo que vas a ver son las persianas bajas y las veredas llenas de tipos sentados en banquitos tomando mate –explicó Fernando, empleado de un chapa y pintura de La Paternal–. Son los dueños. Si te acercás y te ven cara conocida o de cliente, te preguntan qué buscás. ¿Un guardabarros? ¿Modelo? Te preguntan todo, y después van corriendo y te sacan el guardabarros por el fondo. Esto sigue igual que antes y no cambia más.”
Hasta el inicio de los operativos, en ocasiones el chapista o mecánico dejaba la tarea de la compra de repuestos al cliente. Ahora, directamente, se transformó en hábito generalizado. “No me voy a responsabilizar por algo que no me pagan –explicó Oscar–. Repuestos de los baratos no se consigue nada. La única alternativa es ir al repuesto nuevo original. Lo mando al cliente a la agencia a comprarlo. Puede haber mucha diferencia, pero yo les digo que sabemos lo que compramos.”
“Un freno original nuevo sabés que te va a durar 10 mil o 30 mil o 50 mil kilómetros –explicó Luis–. Uno robado será más barato, pero no sabés si en la próxima esquina se te cae y te deja frenando con los talones.”
Pese a los operativos sobre los desarmaderos, la cámara de concesionarios de venta de automotores (Acara) aún no registró modificaciones en la venta de repuestos originales. “Es todo muy reciente como para sacar conclusiones –explicó Horacio Delorenzi, director general de Acara–. Es muy difícil hacer ahora una evaluación. Pero apoyamos totalmente el esfuerzo. Erradicar el negocio sucio no solamente beneficia el recupero de un auto sino que redunda en la calidad de vida. Esto se profundizó hace pocos años. Antes no se veía un desarmadero ilegal sobre una avenida.”
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