EL PAíS
• SUBNOTA
La caída ilimitada
La Secretaría de Cultura de la Nación envió esta carta a la dirección de Página/12:
“Me dirijo a usted con el propósito de hacerle llegar fotocopia de las invitaciones recibidas por el Secretario de Cultura de la Nación, Torcuato Di Tella, para asistir a la ceremonia de descubrimiento de una placa conmemorativa del diplomático sueco Raoul Wallenberg y al cóctel que posteriormente ofreció la embajadora de Suecia en la Argentina, señora Madeleine Aröje(sic)-Wilkens. Las mismas se remiten en relación con la nota publicada en su diario con fecha 5 de agosto de 2003, firmada por Horacio Verbitsky e intitulada “Di Tella sin brújula” en la que se expresan conceptos decididamente ajenos a la verdad, entre otros que el secretario de Estado solicitó ser invitado al acto e invocó para ello la representación del presidente Kirchner. Dejo de lado aquello de ‘su propósito era colocar una rosa roja en el monumento pero los organizadores lo excluyeron de la ceremonia’, pues ya no se trata de una falsedad, sino de una simple fantasía”.
Esta es la respuesta de Verbitsky:
La Secretaría de Cultura se comunicó antes del acto con la Fundación Wallenberg para indicar que Di Tella deseaba colocar una ofrenda floral en el monumento que conmemora la acción del diplomático sueco que salvó a miles de personas perseguidas por el nazismo. La Fundación no respondió. Di Tella sólo fue invitado a formar parte del público, como centenares de personas, no como protagonista según pretendía. El lunes 4, Di Tella se identificó como enviado del Presidente ante los funcionarios de protocolo de la Ciudad de Buenos Aires y pidió ser incluido entre quienes subirían a la tarima. Por eso en la lista impresa su nombre fue manuscrito con bolígrafo. El directivo de la Fundación, Gustavo Jalife, le pidió a la Secretaria de Derechos humanos de la Ciudad, Gabriela Alegre, que lo excluyera. “Que no venga a blanquearse con nosotros”, le dijo. “Por eso lo bajamos”, confirmó a este diario Gabriela Alegre.
El mensaje que leyó el vicepresidente de la sección argentina de la Fundación Wallenberg, Natalio Wengrower, escrito por el sacerdote católico Horacio Moreno, presidente de la Casa Argentina en Jerusalem, incluía un párrafo dedicado a Di Tella: “Numerosos criminales de guerra encontraron refugio en la Argentina al amparo de la complicidad de sus simpatizantes, públicos y privados. Mientras muchos países han decidido reconocer sus faltas en relación a lo sucedido durante el Holocausto, parece ser que en la Argentina no logramos terminar de ajustar cuentas con nuestro pasado. En pleno siglo XXI no resulta precisamente agradable saber que un secretario de Cultura firma cartas a favor de notorios criminales de guerra. Más importante que la vida misma es la verdad. Cuando renunciamos a ella la caída es ilimitada e inevitable”. Como se ve, ni falsedad ni fantasía.
Nota madre
Subnotas