EL PAíS • SUBNOTA › LA SELECCIóN ARGENTINA EN EL FAMOSO BAR DE RíO DE JANEIRO
Todo el color de la ciudad maravillosa para sentarse a ver las obras maestras de Lionel Messi, aunque el local no está preparado para tanta explosión. De Vinicius y Tom Jobim al centro de prensa del Maracaná.
Prudente de Morais y Montenegro. Bar Veloso, un boliche como tantos de los nuestros. Década del ‘60. A esa mesa para dos, contra una pared, están sentados Vinicius de Moraes y Tom Jobim. Se toman todo. Hablan de música, de fútbol, de política, de minas. Cruza la calle una muchacha de cuerpo dorado, una que pasa todos los días y Vinicius dice “olha que coisa más linda”. Y si no lo dice, lo escribe un poco más tarde, para posteridad.
Prudente de Morais y Vinicius de Moraes. Montenegro ya fue. Bar Garota de Ipanema, un coqueto café-restaurante que abre cada día a las 12 y funciona como imán de turistas de todas las nacionalidades hasta las 2 de la madrugada. Se ve el partido de Argentina contra Nigeria.
Hay unas 35 mesas y lugar para 140 personas, más del triple de antes de la ampliación y de la baranda exterior de vidrio que no permite ver pasar a las garotas. Un mozo veterano, pero no tanto como para haberlos visto juntos, dice que hay días en que la gente hace cola en la puerta para entrar. Un cartel en la puerta del baño corrobora sus palabras: “Local con grande flusso de pessoas, cuida atentamente de seus pertenenças”. Futbolero el mozo dice que aquí vienen seguido Romario, Edmundo, Vampeta, Ricardinho y cuenta que Caetano y Chico Buarque hace mucho que no vienen.
Las mesas son modernas, pero las sillas son las de tipo vienés, típicas de bar. Del techo cuelgan varios instrumentos de viento antiguos y una guitarra. En una pared está pintada la partitura y la letra de una canción que está en el top-ten de las más grabadas. “La gente quiere leyenda”, dice el hombre. En otra pared hay caricaturas, recortes de notas periodísticas y una foto de la muchacha tal como era a sus 17 años.
Al lado una con el epígrafe Helo Pinheiro. Se trata de una veterana buena moza, que es empresaria y ganó fortunas como dueña de una casa de ropa de playa con la marca Garota de Ipanema. Los herederos de los autores de la canción hicieron un juicio que perdieron. Al lado del bar, justo al lado, hay una boutique que sólo vende ropa de la marca en cuestión. La idea era ver el partido en semejante clima, pero entra mucha luz y pega en el televisor y además las mesas más próximas están reservadas. Mejor irse con la música a otra parte, al centro de prensa del Maracaná porque todo es muy lindo, la gente quiere leyenda, pero el partido hay que verlo bien.
Antes, se pide permiso para sentarme a la mesa de la pared, la de Vinicius y Jobim. Con el subte se llega justo para ver con qué fuerza le pega Messi en el primer gol y el colega brasileño de al lado escucha el suspiro: “Olha, que coisa más linda”.
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