EL PAíS • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Julián Domínguez *
El tema de los fondos buitres fue tratado por periodistas, políticos, economistas, juristas y también por los obispos, que pidieron unidad nacional. Se dice que en el orden de los números debe ser objeto de diversos recursos de la ingeniería financiera; en orden del campo jurídico debe ser materia de distintas estrategias en el corto y mediano plazo y en el orden político se recomiendan posturas obedientes, negociadoras y rebeldes.
Sin embargo, si bien todos dan por descontado que los holdouts son “buitres”, porque mediante la especulación se alimentan de los restos, nadie se detiene demasiado en su consideración ética.
El juez Griesa se atuvo a un formalismo extremo sin tener en cuenta los valores en juego y olvidando que estos últimos, como dice el profesor norteamericano Jerome Hall, forman parte constitutiva del derecho positivo (Razón y realidad en el derecho, Ed. Depalma, 1959).
En el plano de los valores, y particularmente en la ciudad de Nueva York, la ideología capitalista es tan extrema que el juez Griesa entroniza como valores supremos la idolatría del dinero y la especulación financiera. Ignora por completo que dicta un fallo que afecta a millones de seres humanos. Es decir, que despeja la zona de penumbra que le ofrece el caso, con la oscuridad, desprecio e indiferencia más absoluta.
A este respecto el papa Francisco ha afirmado en su encíclica Evangelii Gaudium que la crisis financiera que atravesamos “nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡La negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32, 1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”.
Para Griesa no importa si el fin de los apostadores de bonos en default fue la pura especulación financiera ni importa que ese desproporcionado espíritu de lucro ambicione ganar mucho más que el 93 por ciento de los bonistas, no tiene en consideración la crisis de toda la deuda del canje y no importan cuáles serán las consecuencias para el pueblo y la economía argentina, ni cuáles serán los efectos de su decisión en el mundo financiero internacional.
“Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente –prosigue el papa Francisco–, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera (...). Se instaura una nueva tiranía invisible (...) que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas.” En este sentido, podemos afirmar que los valores que entroniza el fallo del juez Griesa son los del becerro de oro, la especulación extrema y el poder de los más inescrupulosos miembros del mercado financiero mundial, nuevo orden financiero y especulativo que condiciona el desarrollo soberano de las naciones.
Hacer justicia es “ajustar” las normas y los intereses en juego y llevarlos al punto “justo”. Griesa no parece preocupado por ajustar su lente ni ver mejor la compleja realidad del caso. Sólo parece preocupado por los perversos intereses de los buitres. ¿O acaso “esclavizado por una mentalidad individualista, indiferente y egoísta”?
Cuando el juez Griesa declare el default argentino, los lobos con piel de cordero que defienden los intereses de los grandes centros de poder movilizarán sus fuerzas en la Marcha de la Constitución y la Libertad detrás del embajador Braden otra vez. Nosotros, como lo hizo Perón y cincuenta años después Néstor Kirchner y Cristina Kirchner, sabemos qué hacer: no dejar de mirar la realidad argentina sino con ojos argentinos para encontrar soluciones argentinas. Y en esto está la clave del futuro.
* Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación.
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