EL PAíS
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Coquetería
En política hay un virus mutante que se llama coquetería. Se hizo el artista y moldeó la cola de José Luis Manzano. Tomó forma de avispa y picó el rostro de Carlos Menem. Se transformó en basurero y se llevó las bolsas de Raúl Alfonsín y Graciela Fernández Meijide. Adquirió forma de piscina para que Chiche Duhalde se pegara una refrescada. Y hasta se hizo pasar por jardinero y logró hacer crecer los pirinchos del almácigo de Carlos Ruckauf. Claro, cuando todos pensaron que el virus había sido erradicado, en las últimas semanas detectaron un nuevo contagio en la Cámara de Diputados. Esta vez el virus tomó forma de planchadora y habría dejado bien lisita la piel del legislador duhaldista Chicho Basile.
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