EL PAíS
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Otras voces
- Ricardo Gil Lavedra (constitucionalista, ex ministro de Justicia de la Alianza): “Desde que se creó la Cámara de Casación se discute si es un tribunal intermedio por el que deben pasar las cuestiones federales. Hasta ahora, la Corte no tenía un criterio establecido, y en algunos casos falló directamente en cuestiones federales, pero se ve que ha llegado a una posición unívoca de que esto debe ser tratado en Casación. Coincido con esta postura de que todas las cuestiones federales pasen por este tribunal. Creo que es algo positivo y en algún punto dentro de lo esperable”.
- Roberto Bugallo (abogado constitucionalista): “Pienso que esta decisión es una barbaridad. Creo que no tiene por qué haber incumbencia de la Cámara de Casación, sino que es la Corte la que debe resolver con la Constitución en mano. Creo que esto es tirar la pelota afuera, y aunque no entiendo los planteos políticos de la Corte, no creo que esta decisión esté ajena a dilatar el tema. No descarto que sea una maniobra política para que los integrantes de la Cámara paguen el costo político. La lógica indicaba que la Corte se pronunciara una vez incorporado el nuevo integrante, pero ahora deciden patearlo hacia adelante y desentenderse. Es claramente una forma de ir resignando responsabilidades y eso no le hace nada bien al país. Una vez más vemos qué clase de Corte tenemos”.
- Daniel Sabsay (profesor de Derecho Constitucional): “Sin leer el fallo, en el que seguramente estarán planteados los argumentos, me surgen varios interrogantes. Primero, por qué retuvo la Corte tanto tiempo esta causa, si iba a fallar en este sentido, y sobre todo ante una situación que genera tanta ansiedad institucional. Esta causa debió haber sido elevada hace un año y medio. Es un dispendio de tiempo impresionante, que en cualquier caso es grave, pero en una causa tan importante mucho más. La Corte podría haber decidido sin pasar por Casación, porque es un tema que se inicia antes de que se cree siquiera esta Cámara. Este podría haber sido un argumento sobre el que basar su competencia. Hasta hoy, la decisión a tomar frente a un pedido de extradición estaba sujeta a la posibilidad de juzgar aquí, y estaba a la expectativa de un solo fallo. Ahora depende de dos fallos: por un lado, el de Casación, y por el otro el que tendrá que dar la Corte cuando la causa seguramente vuelva a sus manos. Nunca, en el tratamiento de temas federales se ha estado tan sujeto a una ortodoxia procesal tan fuerte. Si para un fallo tan formalista la Corte tardó casi dos años, y ahora va a Casación, calculo que esto llevará un año más, sumado a lo que vuelva a demorar la Corte. Es demasiado tiempo frente a tanta ansiedad en la resolución de este tema”.
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