EL PAíS
• SUBNOTA › EDESUR DICE QUE NO HAY RIESGOS DE APAGON EN VERANO
El colapso era para asustar
› Por Cledis Candelaresi
Enero promete ser un mes difícil para Edesur. Debe comenzar la cancelación del capital de su deuda, estimada en el equivalente a 190 millones de dólares, que hasta ahora consiguió honrar eludiendo el default en el que sí incurrieron otras privatizadas. Al mismo tiempo, tendrá que afrontar una demanda de energía que crece incesantemente y por entonces habrá superado el nivel previo a la crisis de fines del 2001. Pero quizás alentados por la perspectiva de una inminente recomposición tarifaria, “a cuenta”, sus directivos aseguran que la distribuidora está perfectamente preparada para la misión estival y que el servicio no tendrá por qué sufrir cortes.
El discurso difiere del que hasta ahora tuvieron las empresas energéticas, más proclives a asustar con un posible colapso por la falta de inversión en que incurrieron tras el congelamiento de sus precios. El gerente general, José María Hidalgo, y el de Planificación Técnica de la Red, Abel Jorge Cresta, aseguran que gracias a algunas obras a punto de ser terminadas y al diseño de un programa de contingencia, la empresa podrá afrontar las exigencias del verano sin apagones. A pesar de que tras la devaluación su programa de inversiones se redujo de 100 millones de dólares a 80 millones de pesos por año.
“Todo lo que desembolsamos antes permite que la red esté aún en buenas condiciones”, precisó a Página/12 Hidalgo, para quien el mayor peligro está en la generación de energía. Allí las obras previstas a un ritmo de 500 millones de pesos anuales están suspendidas desde 1998, con el problema adicional de que son inversiones que necesitan un tiempo “de maduración”, lo que hará muy complicado subsanar esta falta.
En el caso de la distribución el problema podría estallar a más largo plazo si siguiera sosteniéndose con la caja de la compañía, que en los ocho primeros meses del año le permitió una utilidad neta de 13 millones de pesos. “Los bancos nos dan la espalda, ya que es imposible prestarnos en función de ingresos futuros que desconocemos”, se queja el gerente de la firma gerenciada desde el barrio de Congreso. En estas restricciones funda sus reclamos en varios sentidos.
Al igual que el resto de las distribuidoras, Edesur sigue pugnando por un aumento tarifario que excluya a los titulares de Plan Jefas y Jefes de Hogar (en lugar del criterio de beneficiar a quienes menos consumen) a través de la tarifa social, pero que sí contemple al resto de usuarios y que sea más pronunciado sobre toda la industria.
Pero la firma liderada por la española Endesa también aspira a un “resarcimiento” por la depreciación que sufrieron sus activos tras la devaluación. En la última presentación formal que hizo al Gobierno, propuso activar un mecanismo conocido en Brasil por el cual el Estado se transforma en avalista de la empresa para que ésta obtenga préstamos blandos de organismos internacionales. Esos créditos serían otorgados contra la futura recaudación tarifaria, a engrosar con un ajuste de tarifa del cual el Gobierno debería dar fe.
Finalmente, la accionista Endesa –al igual que Electricité de France, líder de Edenor– también apostó a los tribunales internacionales para reclamar una compensación por los presuntos perjuicios de la devaluación, recurso de última instancia que posiblemente depongan si logran algunas de las concesiones que esperan de la gestión de Néstor Kirchner.
Las verdaderas esperanzas empresarias hoy están centradas en la mejora tarifaria que habilita la ley sancionada la semana pasada y, básicamente, por “la comprensión” de sus problemas que advierten en el ministro de Planificación Julio De Vido y, fundamentalmente, en su secretario de Energía, Daniel Cameron, uno de los funcionarios más convencidos de la justicia de esa recomposición.
En su presión por descongelar tarifas, Edesur cuenta con otros circunstanciales apoyos. El ex secretario de Energía de Eduardo Duhalde, Enrique Devoto, advirtió que el sector eléctrico transfirió al resto de laeconomía 1000 millones de dólares por no ajustar sus precios según los contratos originales y Flacso le calculó a la distribución una rentabilidad promedio de 4,5 por ciento.
Nota madre
Subnotas