EL PAíS • SUBNOTA › LA PARTICULAR RELACIóN QUE ESTABLECIERON MAURICIO MACRI Y HORACIO RODRíGUEZ LARRETA
Al líder del PRO y al candidato a sucederlo en la Jefatura de Gobierno no los une un vínculo de amistad, sino simplemente el trabajo. Los interrogantes acerca de cómo seguirá la relación.
› Por Werner Pertot
–Yo no soy amigo de Horacio –soltó Mauricio Macri.
El clima era tenso en la mesa del hotel Four Seasons, en el que se habían reunido para convencer a Gabriela Michetti de que no compitiera en la interna con Horacio Rodríguez Larreta. La frase completa de Macri, dirigida a Michetti según los testigos, fue: “Es claro que yo con vos tengo una relación de amistad, que con Horacio no tengo. Yo no soy amigo de Horacio”. El dato clave: Larreta estaba sentado en la mesa con Macri, Michetti, Nicolás “Nicky” Caputo, Federico Pinedo, Humberto Schiavoni, Marcos Peña y Emilio Monzó. Jura más de uno de los presentes que el rostro de Larreta no se movió un milímetro. La mayoría de los dirigentes subraya este punto: Macri y Larreta no son amigos, pero funcionan en la gestión y en política a la perfección. Sin embargo, hay una duda en el horizonte: ¿qué ocurrirá si Macri pierde en octubre, pero Larreta se queda con el gobierno porteño? La mayoría sostiene que la fidelidad del jefe de Gabinete es incuestionable. Otros creen que concentrará el poder.
Aquella vez del Four Seasons no fue la primera en la que Macri le marcaba a Larreta que no son amigos. El jefe de Gobierno no parece decirlo con intención de agraviarlo: es más bien la constatación de que la de ellos es una relación de trabajo. En el PRO, las opiniones sobre la relación Macri-Larreta coinciden todas en este punto: no son amigos, no comparten una vida social en común. A Macri le gusta juntarse a jugar a las cartas los sábados por la noche –cuenta la leyenda que aprendió a jugar al bridge para ganarle a su padre–, mientras que Larreta suele acompañar a su esposa, Bárbara Diez, en sus eventos. “A Horacio le gusta comer, la política y Racing y no mucho más”, comenta uno de los amigos del candidato PRO. Otro señala que es hermético a la hora de hablar de su vida privada: “¿Vos hablaste alguna vez con Horacio? –interpela el contertulio a Página/12–. Habrás visto que no es muy demostrativo...”
Sin embargo, los amigos de Larreta señalan que Macri le tiene un gran respeto y que lo destaca en su capacidad para hacer, para resolver problemas de gestión. Quienes no lo quieren dentro del PRO, en cambio, sostienen que Macri lo ve como poco más que buen gerente. Un empleado, en definitiva. “Es el empleado del mes”, define, con malicia, uno de los dirigentes que lo conocen desde hace más tiempo. “Es el lugar en el que se pone Horacio también. Nunca le discutió nada. Siempre le baja la cabeza, por lo que la relación se estableció de esa manera”, opina un tercer macrista, que tampoco le tiene mucho aprecio al jefe de Gabinete. Las miradas difieren, pero todo se remonta a cómo se conocieron Macri y Larreta.
Larreta desembarcó en el macrismo en 2002 con los cuadros técnicos del Grupo Sophia, el think tank que creó de cero con egresados de las carreras de política y economía. Le ofreció a Macri, que recién comenzaba a armar su espacio político, una consultoría en el área social. Según escribió Gabriela Cerruti en su libro El Pibe, le pidió una cifra tan desmesurada por sus servicios que Macri prefirió contratarlo a tiempo completo. Según otras fuentes del PRO, el comienzo de la relación no fue tan comercial: Larreta lo conoció a Macri en los campeonatos de fútbol que organizaba el entonces presidente de Boca en su quinta Los Abrojos, en Malvinas Argentinas. En la cancha, cada uno empezó a mostrar su personalidad: Macri fue suspendido de su propio campeonato por protestarle al árbitro y quejarse constantemente; en cambio, Larreta era muy disciplinado. Macri lo superaba en destreza en tenis y golf. Finalmente, Larreta decidió sumarse a la Fundación Creer y Crecer. Sería el comienzo de una hermosa... relación de trabajo entre Macri y Larreta.
Larreta iba a ser el candidato a jefe de Gobierno si Macri iba por la presidencia en 2003. Cuando Macri bajó a la Ciudad, le pareció lógico llevarlo de vice. En la presentación de la fórmula, lo elogió como un cuadro técnico, no como un dirigente político: “Es el hombre que más estudió sobre el asistencialismo en la Argentina”, dijo el entonces presidente de Boca. Sin embargo, Larreta venía de dirigir el Instituto de Previsión Social con Eduardo Duhalde, de ser uno de los directores del PAMI en la Alianza y de ser subsecretario de Políticas Sociales con Ramón “Palito” Ortega durante el gobierno de Carlos Menem.
“Macri-Larreta, la fórmula de Recoleta”, los gastaban (a sus espaldas) en esa época los peronistas que se acababan de incorporar a Compromiso para el Cambio (todavía no era PRO) y que pensaban que en ese lugar tenía que ir Diego Santilli. Casualidades de la vida: este año, Santilli terminó siendo el vice, pero no de Macri, sino de Larreta. Pero en 2003 Macri no quiso escuchar a quienes le sugerían otro perfil para su compañero de fórmula: insistió con el argumento de que Larreta le aportaba el conocimiento técnico para gobernar. En el libro Mundo PRO, los autores Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Alejandro Bellotti recuerdan que Larreta traía legitimidad por su tarea en la fundación, aunque siempre se había movido como un político de raza. El resto fue historia: la fórmula Macri-Larreta perdió contra Aníbal Ibarra.
En 2007, no pudo repetir la fórmula con Macri: debió observar cómo la dupla Macri-Michetti conseguía lo que él no pudo. En 2011, debió postergar una vez más sus ambiciones de suceder al jefe de Gobierno, cuando el líder del PRO defeccionó de la contienda presidencial. Pero Larreta tuvo su revancha apenas asumieron como gobierno. Desde el lugar de jefe de Gabinete, controló velozmente todos los detalles de la gestión que Macri delegaba en él. Aquellos que le fue acercando a Macri ascendieron velozmente dentro del PRO: el caso paradigmático es María Eugenia Vidal, que viene del Grupo Sophia. Pero también Carolina Stanley, la actual ministra de Desarrollo Social, y su amigo personal Esteban Bullrich, ministro de Educación. Estar cerca de Larreta, en el PRO, ayuda.
“Horacio es el que le hace todas las tareas del tablero de control y le garantiza a Macri que cada cosa se hará en su tiempo y forma. Pero Macri no le reconoce ningún recurso de conducción política ni ningún carisma ni relación positiva con la gente. Se la pasa diciendo que él no es más que un técnico obsesivo y que, aunque se cree que va a llegar a ser presidente, no va a tener el voto de la gente”, cuenta un contertulio de Macri que se conoce de memoria al gabinete porteño. No obstante, quienes lo respaldan a Larreta apuntan que este año rompió ese karma cuando venció nada menos que a Michetti en la interna más taquillera de la historia del PRO. Y esperan que los resultados electorales lo consoliden como candidato.
Sus detractores dentro del macrismo hacen otra lectura: Larreta ganó con votos prestados y eso le permite a Macri ejercer un control sobre su eventual gobierno en la ciudad: “En el partido todos saben que ganó porque Macri se jugó en la interna. Sin Macri, no ganaba. Lo tiene muy agarrado con eso”. Y ésa es la clave de la elección de Macri de Larreta como su sucesor: “Mauricio lo eligió a Horacio y no a Gabriela porque confía más en él, en su lealtad”, dice un antiguo dirigente macrista, que los conoce a ambos hace años. ¿Está Macri en lo cierto?
–¿Qué pasa si usted gana y Macri pierde? ¿Usted se convierte en el nuevo referente del PRO?
–le preguntó este diario a Larreta.–Yo creo que la gente quiere un cambio en la Argentina y Mauricio es quien mejor expresa ese cambio, así que va a ganar –repitió de memoria el candidato macrista. Larreta esquivó la pregunta sobre un eventual escenario en el que Macri está en el llano y él detenta el poder. ¿Por qué no respondió que Macri va a seguir siendo el líder, en cualquier caso? Aquí, las opiniones se dividen dentro del macrismo.
Una franja importante de los dirigentes consultados sostiene que es impensable que Larreta se diferencie de Macri, que le dispute el liderazgo del espacio desde el Estado porteño. “Juegan de memoria. Son un gran equipo. El grado de fidelidad de Horacio es muy alto. Otra cosa es inimaginable”, indica un dirigente que no se jugó por ninguno de los dos bandos en la interna macrista.
“Si Macri pierde, yo creo que Larreta va a tratar de concentrar todo el poder, pero el problema es que hay mucha gente del PRO que de ninguna manera se va a sentir conducida por él. Gabriela, por ejemplo, olvidate de que lo siga como líder”, indica otro dirigente macrista, que en ese caso tiene una perspectiva más pesimista: “Lo más probable es que, en ese caso, se empiece a romper todo”. Un tercer dirigente, en tanto, siembra la duda a través de un recuerdo: el de cómo se presentaba Larreta cuando se incorporó al macrismo. Solía extender la mano y decir: “Hola, soy Horacio Rodríguez Larreta, futuro presidente de la Argentina”.
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