La inteligencia económica surge como una enorme prioridad en distintos países. En España, por ejemplo, el gobierno decidió reforzar el Centro Nacional de Inteligencia con una división específica orientada a la economía. Y una de las razones por las que se puso en marcha esa área es porque se requiere información para advertir distintos fenómenos. En los fundamentos de la decisión se señaló que no hubo información a tiempo de la estatización de YPF en la Argentina. Claro que en los fundamentos no dice estatización sino incautación. En los debates sobre la necesidad de tener inteligencia en las áreas económicas, en España se plantearon algunas cuestiones llamativas: la excesiva presencia francesa en la distribución de alimentos a través de supermercados como Carrefour y que por esa vía se postergaron productos españoles. Un hecho notorio es que en EE.UU. el dos del Departamento del Tesoro, David Cohen, asumió como vice de la CIA para ocuparse de la inteligencia económica. Es la primera vez que alguien proveniente del Tesoro pasa a ser el número dos de la CIA. Los casos de espionajes de Estados en búsqueda de información económica motivaron calientes denuncias. Estados Unidos espió a Brasil buscando datos sobre Petrobras; también Francia denuncia a Washington por espionaje relacionados con contratos por 200 millones de dólares y existen cruces por el lavado de dinero protagonizado por el HSBC. Lo cierto es que los Estados dejaron de considerar a las corridas cambiarias, bancarias, operaciones de lavado de dinero, vaciamientos como fenómenos naturales, caídos del cielo o productos de la mano invisible del mercado. Es fácil darse cuenta de que la inteligencia económica no sólo es tarea clave de las centrales de información sino que se convirtió en departamentos específicos en esas centrales de casi todos los países.