EL PAíS
• SUBNOTA › RASTRILLAJE EN BUSCA DE PRUEBAS CONTRA MUSA AZAR
“El zoo, la escena del crimen”
En la puerta, a unos metros del zoológico de Arraga donde Musa Azar tiene su territorio del horror, uno de los peritos criminalísticos de la causa anunció: “No vengo a buscar pruebas, pretendo verificar fenómenos”. La verificación empezó, pero no terminó. El equipo comandado por la jueza María del Carmen Bravo rescató muestras de huesos para determinar el origen, detectó que faltaban elementos de prueba relevados en inspecciones anteriores, excavó con palas algunas porciones de tierra y decidió continuar el trabajo seis horas por día durante los próximos diez días: en ese lapso, el zoológico de Musa Azar quedará dado vuelta. Los investigadores lo suponen como la zona donde trabajó la banda de policías, con características de grupo de tareas, que habría ejecutado la muerte de Patricia Villalba bajo sus órdenes.
Esa inspección fue uno de los puntos judiciales más importantes del día. A partir de ahora empieza una milimétrica toma de datos y de información sobre el misterio que encierra ese campo seco ubicado a 30 kilómetros de la ciudad de Santiago, sobre una localidad llamada Arraga y donde aún vive la familia del casero, controlada en este momento por una custodia policial que vigila entradas y salidas desde el domingo pasado.
En el campo de Musa Azar estuvieron los defensores de los familiares de Leyla Bshier y de Patricia Villalba, los hombres del juzgado de La Banda y Enrique Prueguer, el perito criminalístico contratado por el Tribunal Supremo de Santiago para trabajar sobre el caso más caliente de la provincia. En ese contexto, antes de entrar a la finca, Prueguer explicó su trabajo: “Ustedes se equivocan si piensan que vengo a buscar pruebas o indicios nueve meses después de las muertes”, aclaró. “Vengo a verificar fenómenos para compararlos con otros fenómenos desprendidos de la causa”. Entre esos fenómenos están los “errores cometidos por los asesinos” que ahora se transformarían en pruebas de la causa. Pero además, están las declaraciones de los tres policías que aseguran que trasladaron los cuerpos desde el zoo de Musa hasta La Dársena.
¿Qué buscaba Prueguer en particular? Los policías habían mencionado durante la indagatoria, por ejemplo, un galpón y una mesa, desde la que remontaron el cuerpo de Patricia para cargarlo en un Escort bordó de la Secretaría de Informaciones manejada por Musa Azar. En el zoo, Prueguer observó el galpón, pero no encontró la mesa que, según una fuente de la causa, sí estuvo allí en inspecciones anteriores. Esa misteriosa ausencia se convirtió, en realidad, en uno de los elementos de juicio para suponer que además de la mesa faltan algunas otros elementos que podrían servir como pruebas.
Pero además de la mesa buscaban huesos. Para Prueguer, faltan 115 huesos entre los restos de Leyla Bshier. Del zoo levantaron algunos, pero nadie aseguró que eran humanos. “Los animales se mueren”, se atajó el abogado del ex comisario cuando salía del lugar. “Si vamos a examinar todos los homicidios de cabritos y chanchos vamos a estar acá tres días”, decía. En realidad, no sólo tres días, sino diez: ése es el tiempo que calcula Prueguer que le llevará el trabajo sobre el campo. El rastrillaje también abarcará una capa de cemento sobre el piso de uno de los galpones que tiene, dijeron, “poca antigüedad”.
Finalmente, otro de los grandes temas del zoo son los pumas o los animales que pudieron haber dejado sus marcas y dentelladas sobre los huesos peritados de Leyla. Para los investigadores, las marcas son de pumas, de pequeños felinos o de algún roedor. Dicen que ninguno de esos animales están en La Dársena pero sí en el centro de cautiverio de animales montado por el excéntrico hombre del juarismo:
–¿Pumas? –preguntó de pronto, sorprendida por el alboroto de cámaras, una de las vecinas del zoo–. Desmientan eso de que los vecinos sabíamos que había pumas por acá, porque en el último tiempo sólo hubo un pumita chiquito al que para alimentarlo –aclaró– le daban carne picada. Sandra Rojas, la vecina de este zoo transformado en campo del horror, dice que nunca hubo pumas. Sin embargo, otros dicen lo contrario aunque ni Prueguer ni la jueza ni en el juzgado saben aún qué tipo de animal trabajó sobre sus huesos. Lo que sospechan es que pasó parte de su estadía en el zoo una vez muerta.
Nota madre
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