Mié 03.02.2016

EL PAíS • SUBNOTA

Represión invisible

› Por Roberto Samar *

Cierre los ojos e imagine por un segundo esta situación: mientras se desarrolla un evento artístico en un espacio público del barrio de Recoleta, ingresa la Gendarmería y dispara balas de goma hiriendo a los artistas y a los niños que estaban en el lugar.

Terrible. ¿No?

Por lo indignante, seguramente sería una noticia de transcendencia nacional y ameritaría la renuncia de los responsables del operativo.

Esto ocurrió, pero no fue en Recoleta ni en Barrio Norte. Fue el viernes pasado en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores en el ensayo de la murga Los Auténticos Reyes del Ritmo.

Gustavo “Marola” González, director de la murga, sostuvo: “Los medios nos vuelven a discriminar, porque ni siquiera frente a semejante salvajada se hicieron eco de nosotros. Una vez más, quisieron silenciarnos, mintiendo sobre lo que había pasado e inventando falacias.”

¿Por qué ocurre esto? Porque las víctimas de la violencia no son iguales. La mirada del periodismo, de los medios y del Estado se sensibiliza cuando afecta a ciertos sectores sociales e ignora a otros.

Esta situación se apoya en determinados imaginarios sociales discriminatorios que atraviesan a amplios sectores de nuestra sociedad. Estos discursos idealizan a determinado modelo de persona, esencialmente por su nivel económico. Estos serán sujetos percibidos como de derechos plenos. Por otro lado, las personas en situación de pobreza padecerán la discriminación, la violencia institucional y la invisibilización mediática. Estos imaginarios dominantes inciden en la mirada del trabajador de la policía, del periodista y del sentido común de muchos ciudadanos.

El Mapa Nacional de la Discriminación sostiene que la principal causa de discriminación percibida y experimentada es el Nivel Socioeconómico.

Según el estudio del Inadi, 85 de cada 100 encuestadas/os considera que en la Argentina se discrimina mucho o bastante a las personas pobres. Asimismo, a la hora de mencionar cuánto se discrimina en los diferentes ámbitos, la calle, las escuelas, las comisarías y la televisión son lugares en donde en mayor medida las personas encuestadas perciben mucho o bastante la discriminación.

En ese sentido, en las coberturas televisivas la discriminación de las personas en situación de pobreza incide de dos maneras: por un lado, se asocia la pobreza con la criminalidad y, por el otro, se invisibiliza a esos grupos cuando ocupan el lugar de víctimas.

Particularmente los jóvenes de los barrios precarios sufrirán la estigmatización, las denuncias de vecinos atemorizados y las sistemáticas detenciones por averiguación de antecedentes.

Los derechos humanos nos corresponden a todos y todas por el simple hecho de ser personas. Derecho a la vida, derecho a comunicarnos y expresarnos, derecho a disfrutar de la cultura y a ser felices. En nuestra sociedad se naturaliza la vulneración de estos derechos para un determinado sector social.

Como periodistas, cuando visibilizamos situaciones e ignoramos otras podemos profundizar la vulnerabilidad. Nuestro compromiso debería ser el opuesto al dominante: Trabajar para visibilizar la violencia y discriminación que sufren las personas en situación de pobreza ya que integran el sector al que le costará más ejercer sus derechos.

* Licenciado en Comunicación Social UNLZ. Docente de la UNRN.

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