EL PAíS
• SUBNOTA › UN CLIMA DISTENDIDO EN EL AVION PRESIDENCIAL
De buen ánimo en el regreso
Por F. C.
El clima del Tango-01 a la vuelta de Monterrey era de alegría y cansancio. Además de la satisfacción por el resultado de las reuniones bilaterales, en la delegación argentina se festejaban también dos conceptos que –consideraban– se habían conseguido instalar en la Cumbre de las Américas. Uno quedó reflejado en el documento final –la Declaración de Nueva León– y contemplaba que el pago de la deuda pública tiene que ser acorde al crecimiento económico. El otro fue el “Necesitamos que América mire a América” que lanzó el presidente Néstor Kirchner en su discurso de cierre, una expresión que salió de la pluma de su esposa, la senadora Cristina Fernández.
El canciller Bielsa y el vocero Miguel Núñez conversaban con el ministro de Economía, Roberto Lavagna, sentado en el pasillo. Una fila de asientos más allá participaban el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zanini; el gobernador de Jujuy, Eduardo Fellner, y el senador Ramón Puerta. Fellner y Puerta estuvieron muy activos durante la gira y participaron de casi todas las reuniones bilaterales. Puerta reconocía luego que iba a tachar unos cuantos nombres de su agenda de contactos en Estados Unidos que no le habían sabido anticipar el buen clima con el que recibiría a Kirchner el jefe de la Casa Blanca.
Uno de los que nadie se acordaba bien a bordo del avión fue del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, quien en su afán por bajar los gastos del Tango dejó a unos cuantos hambrientos y sedientos. Contaban que la propia senadora Kirchner lo llamó a Buenos Aires para preguntarle por qué no se había servido cena en la ida.
Lavagna era el centro de las bromas. En el avión lo punzaban por su supuesta moderación. “Durante 30 años en todos lados me dijeron que era zurdo. Ahora resulta que me tocó estar en un gobierno en el que soy el que está más a la derecha”, reflexionaba en tono zumbón, antes de colocarse el antifaz para cubrir los ojos y los tapones para los oídos, la única forma en que consigue dormir en los aviones.
Más allá de los chistes, durante el viaje pudo comprobarse que la relación entre Kirchner y Lavagna no es todo lo cercana que podría ser. Si el Presidente quería conversar con alguien buscaba a su amigo Zanini o a Bielsa. Los contactos con Lavagna fueron contados. No obstante, el hecho de subirlo al Tango y, sobre todo, hacerlo participar en el encuentro con Bush mostraron la importancia que le da a la gestión de su ministro. Lavagna decía que la propuesta de Estados Unidos de vincular el pago de la deuda al crecimiento estaba inspirado en uno de los nuevos bonos argentinos que aumenta las pagos según crezca el PBI.
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