–¿Cómo espera que evolucione la situación en Estados Unidos en vista de las próximas elecciones?
–Hay dos Estados Unidos, en realidad. Es un país muy rico en lo económico y también en talento, en empuje y capacidad. Tan rico que es capaz de permitirse la coexistencia de los dos; generalmente prevalece el más retrógrado y represivo, pero no siempre, porque el otro no para de pujar. Sin los atentados del 11 de septiembre, Bush y su partido habrían perdido las últimas elecciones: es extraordinario el uso que hizo del terror. El miedo siempre carcomió a los norteamericanos, y ahora más que nunca. El gobierno de Bush es el peor de la historia de EE.UU. desde el punto de vista de su política exterior, económica, social y ecológica. El manejó muy hábilmente el miedo que produjeron los atentados. Pero veo signos muy esperanzadores en un gran grupo del pueblo norteamericano, que está empezando a despertar de la manipulación. Y ahora Bush tendrá que enfrentarse a ese vendaval: yo he visto cómo van a trabajar los demócratas. Y me da mucha esperanza saber que hay posibilidades de salvar el planeta. Este es un gigante herido y esa muestra de vulnerabilidad puede transformarse en autoconocimiento para mejorar la forma de ser, pero también puede derivar en pegarle patadas al mundo, que es lo que pasa en este momento.