EL PAíS
• SUBNOTA › ANDREW GRAHAM-YOOLL*.
“Esto es trabajo”
Los piqueteros son un fenómeno instalado que no va a superarse, salvo que surjan medidas mágicas. Las políticas económicas no son solución. Claro, a la mayoría de las personas a las que les cortan el puente o la ruta les inspiran repudio. Describen a los piqueteros como caso de coyuntura, producto de la crisis. Son vistos como negrada nacional y sería preferible que fueran ilegales fronterizos para odiarlos en serio.
“Negro hijo de puta, andá a trabajar.” La respuesta fue tajante: “El trabajo no existe”.
“Dejame pasar, tengo que ir a trabajar.” La réplica fue fulminante. “A mí qué me importa. Yo no tengo trabajo.”
Puente Pueyrredón, Avellaneda, Avenida 9 de Julio, el diálogo hostil es parecido: “Andá a laburar, negro”. La contestación fue inmediata: “Esto es trabajo”.
Cuesta admitir que son argentinos desempleados, circunstancialmente contratados y manipulados por punteros políticos, que no van a conocer un empleo fijo jamás. Son el resultado de medio siglo de políticas elaboradas por argentinos que debilitaron a la Argentina con el consentimiento de una mayoría de ciudadanos argentinos que aceptaron promesas argentinas de estabilidad y orden hechas por ministros argentinos como alternativa efímera a la crisis constante. Eso que lo nieguen los argentinos que celebraron el Peso Ley 18.188 de Adalbert Krieger Vasena, los cultores del “déme dos” en Miami creado por José Alberto Martínez de Hoz, los festejantes del plan Austral de Juan B. Sourrouille y la convertibilidad de Domingo Felipe Cavallo.
Esa línea dejó a la Argentina más cerrada que escribanía en Navidad y seis millones de los 36 millones de argentinos se encuentran hoy desocupados o subempleados. Para los ignorantes, cazadores de ismos, es fácil etiquetar eso de liberalismo. Pero fue egoísmo y cortoplazismo lo que dejó al país con una subclase social, los desocupados congénitos. Para la presente temporada, queda más elegante llamarlos piqueteros.
Podemos solazarnos con que el desempleo profundo, permanente, no sólo sucede aquí. En el Reino Unido, en 1984, los mineros del carbón se declararon en huelga contra la política de cierre de minas de la primera ministra Margaret Thatcher. Al terminar esa huelga heroica un año después, el 5 de marzo de 1985, tres cuartas partes de los mineros habían perdido su trabajo por los cierres, y buena parte de esos hombres, mineros por herencia de generaciones, no volvieron a trabajar en sus vidas.
La medida mágica es movilizar el trabajo masivo, donde la república lo requiera.
* Periodista y escritor.
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