EL PAíS
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Un profesor militante
Esteban Justo Antonio Ri-ghi. Así se llama pero ya en 1973, en los 49 días que fue ministro del Interior del presidente Héctor Cámpora, le decían Bebe y todavía se lo dicen hoy a pesar de sus 65 años. Es el abogado penalista que por decisión de Néstor Kirchner se convertirá en procurador general de la Nación.
Cuando Righi aceptó acompañar a Cámpora tenía 34 años y poca militancia en el peronismo. Su reticencia a asumir como ministro del Interior pudo menos que la relación que había entablado con Cámpora a partir de la amistad que tejió con su hijo Héctor Pedro mientras ambos estudiaban abogacía en la Universidad de Buenos Aires y con quien se asoció para poner su estudio al recibirse.
Righi –quien había nacido en Chaco en una familia no peronista y cursado el Liceo Militar– asumió en Interior el 25 de mayo del ’73 y ese mismo día Cámpora firmó la amnistía a los presos políticos. En lo poco que duró la llamada “primavera camporista”, el ahora futuro procurador general ordenó la disolución de la policía política y la destrucción de los archivos de inteligencia.
Eso fue demasiado para aquella época: Righi dejó Interior cuando Cámpora renunció a la Presidencia y en 1974 tuvo que asilarse en México por las amenazas de la Triple A. Allí se desempeñó como docente en la Universidad Autónoma.
El retorno de la democracia marcó también el regreso de Righi a la Argentina. Volvió en 1984 y poco después empezó a militar en la renovación peronista con Antonio Cafiero, además de dedicarse a la docencia en la cátedra de Derecho Penal de la UBA que ganó por concurso. También fue asesor de José Luis Manzano hasta que el mendocino se convirtió al menemismo y su último cargo público fue como asesor letrado de Petroquímica Bahía Blanca hasta su privatización. Después de eso se dedicó exclusivamente a su estudio y a su cátedra universitaria, en la que el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, es profesor adjunto.
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