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Ultimo día en Puerto Iguazú
Yo amo la TV. El presidente Hugo Chávez no disimuló ni por un minuto su reconocido histrionismo. Desde que llegó a Puerto Iguazú no dejó pasar oportunidad para charlar con los periodistas y, sobre todo, para mostrarse ante las cámaras de televisión. Por caso, la primera vez, se asomó desde la puerta principal del hotel. Señas mediante, logró acercar a los periodistas. Luego descubrió un mecanismo más fácil: decidió utilizar el estrecho pasillo que comunicaba el hotel con el aislado centro de prensa donde se explayaba a sus anchas.
La pelea doméstica. El anfitrión local fue el gobernador Carlos Rovira, quien se autodefine como “el primer gobernador transversal”, pero sobre todo, el hombre que logró desplazar a su archienemigo, el actual senador por esa provincia Ramón Puerta. Rovira no sólo se congratuló con el hecho de que el actual legislador no acercara su humanidad a la sede de la cumbre, sino que además aprovechó para marcar algunas diferencias. Les regaló a los presidentes una caja de habanos que se producen en la zona. Aclaró que no son los que produce Puerta: “Ramón hace traer las hojas desde República Dominicana. Los que yo regalo los hacen a partir de semillas traídas de Cuba”. La promoción le dio resultados porque Chávez le encargó una caja para llevarle de regalo la semana que viene a Fidel Castro.
Maldita lluvia. Rovira quería que la foto oficial de los presidentes se realizase a espaldas de la Garganta del Diablo. Aprovechó algunos de los pocos descansos de los mandatarios latinoamericanos para proyectarles un video de las cataratas. Los presidentes quedaron encantados y hasta dieron el consentimiento para que allí se realice la fotografía. Sin embargo, durante la noche del miércoles, rayos y truenos anunciaban tormentas. Rovira, seguro de sí, mostrándose baqueano, dijo a los periodistas que “lloverá hasta antes del mediodía”. No hubo caso, la feroz tormenta tropical que se abatió sobre Iguazú finalizó recién por la tarde, aguando así su propuesta. La foto final se tomó dentro del Gran Hotel Casino Iguazú.
El fútbol aplaca las fieras. La primera actividad de la mañana fue un desayuno compartido entre todos los presidentes. A la mesa se sumaron además de Duhalde, algunos funcionarios del gobierno de Kirchner. Entre ellos estuvo el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Todo transcurrió con normalidad hasta que al final, Duhalde levantó su taza y se decidió a brindar. “Por el ascenso de Argentinos Juniors”, dijo para sorpresa de varios pero para la felicidad de Fernández, fanático de los bichos colorados. “No hay caso, Duhalde sabe cómo arrancarme una sonrisa”, declaró el jefe de los ministros.
Cobrando apuestas. Durante el viaje de Kirchner a Iguazú, el Presidente se animó a apostarles a los periodistas que tanto la media sanción a la ley de responsabilidad fiscal y el pliego de Carmen Argibay iban a ser aprobados. “Doble contra sencillo”, repitió el mandatario a cada uno de los cronistas que se le cruzaban. Ayer, Kirchner retomó el tema. “Eh, eh, ¿qué les dije? ¿Se iban a no se iban a aprobar las leyes? Vamos, vamos pagando”, bromeó ante los periodistas que acompañaron la delegación local.
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