Este diario preguntó a los expertos del Ministerio de Desarrollo Social si la elección del proyecto productivo será libre. “Sí, pero relacionado con el perfil productivo de cada lugar”, fue la respuesta.
–¿Qué es productivo para ustedes?
–Tiene un significado amplio. Puede tratarse de industria, pero también de servicios. E incluso de servicios comunitarios. Queremos, eso sí, estimular a los participantes a que no se queden en la huerta comunitaria, la panadería o la fábrica de pastas. Cuando eso sucede después el modelo es la competencia de cinco panaderías en una manzana, compitiendo con el panadero que ya está, luchando entre ellos y perdiendo perspectiva.
–El modelo de Cutral-Có: remiserías.
–Remiserías y kioskos para todo el mundo. Y después se funden.
–¿Cómo evita el Ministerio de Desarrollo Social convertirse en un planificador rígido, y que después una situación local cambie?
–Usando un criterio amplio. Y buscando alternativas nuevas. Para usar un ejemplo santacruceño, en Río Turbio se pueden hacer mosaicos con desechos de carbón.
El razonamiento presupone, como es obvio, que los mosaicos tendrán más vigencia que la acumulación de carbonerías.
Otro ejemplo es preferir el cultivo de arándanos al de soja.
–La soja no da empleo –insistieron en el Ministerio.
El Gobierno planea que terminados los seis meses y elegido el proyecto, después habrá un subsidio para la dotación elemental de máquinas o materias primas. Eventualmente los beneficiarios podrían recurrir al programa de créditos no bancarios de Desarrollo Social, pensados para elementos de producción y no para el consumo.
Un proyecto puede insumir hasta 25 mil pesos. El promedio podría oscilar en 10 mil.
–¿Cuál es el objetivo inmediato? –consultó este diario.
–Que la gente consiga trabajo y gane más.
–¿Se plantearon un monto mínimo?
–Sí. El equivalente del doble de un Plan Trabajar por persona, es decir 300 pesos.