EL PAíS
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Después del diluvio
› Por Horacio Verbitsky
Desde el último año de vida de Juan D. Perón hasta hoy los ingresos del 10 por ciento más rico de la población crecieron y los del 10 por ciento más pobre se encogieron, en ambos casos un poco por debajo de la mitad. Entre 1974 y junio de este año todos los estratos sociales perdieron participación en el ingreso, salvo el 20 por ciento más alto, que incrementó la suya. La crítica a la convertibilidad y al modelo neoliberal menemista, que el presidente repite con gran aceptación en cada una de sus salidas al interior o el Gran Buenos Aires, revela la conciencia generalizada sobre los efectos devastadores que esa política tuvo sobre la que hace tres décadas aún era la sociedad más equitativa de la Comunidad Sudamericana. En cambio no se percibe con la misma claridad cómo se agudizó ese proceso a partir de la megadevaluación duhaldista, lo que se observa al comparar lo sucedido desde octubre de 2001 hasta junio de este año. Los sectores de ingresos más bajos volvieron a caer y los del estrato superior a crecer. Una diferencia es que en este período también mejoraron su participación los sectores medios. Mientras los privilegiados crecieron a un ritmo porcentual por año más pronunciado que en la década anterior, la caída del 10 por ciento más pobre fue atenuada en estos años por los planes de asistencia y la generación de empleo en negro (ver Gráfico 1).
Desde hace medio siglo, la Argentina no tiene un gobierno que ponga mayor énfasis en cuestionar la concentración de ingresos en pocas manos y en defender políticas distributivas, lo cual no garantiza el resultado. Los acontecimientos de diciembre de 2001 y enero de 2002 no sólo significaron una gravísima quiebra institucional, sino también el hundimiento tremendo del ingreso de los sectores más vulnerables, lo cual hace difícil entender que sea posible celebrarlos como una victoria popular. A partir del peor momento, en 2002, durante la gestión interina del senador Eduardo Duhalde, se ha producido una gradual recuperación del empleo (si bien con altísimo porcentaje en negro y con remuneraciones vergonzosas) y de los porcentajes de población que emergen por encima de las líneas de pobreza e indigencia, como muestra el Gráfico 2.
Sin embargo, los datos preliminares difundidos por el INDEC de la Encuesta Permanente de Hogares en los aglomerados urbanos de la Argentina indican que en el primer año de mandato de Kirchner, entre mayo de 2003 y junio de este año, sólo los estratos medios mejoraron su participación en el ingreso total, mientras los más pobres tuvieron una pérdida significativa. También retrocedieron los de mayores ingresos, pero en una proporción mucho menor. Esto señala límites objetivos a la política en ejecución (ver Gráfico 3).
Si el análisis se ciñe al último semestre (diciembre de 2003 a junio de 2004) el proceso de concentración del ingreso se torna aún más acentuado (ver Gráfico 4). Todos los estratos sociales retroceden, salvo el más alto, en particular el 10 por ciento más rico de perceptores de ingresos.
Como muestra el Gráfico 5, el estancamiento del estrato medio bajo y el nuevo deterioro en la participación del estrato bajo agravaron la diferencia entre ricos y pobres y la brecha polar entre el 10 por ciento más rico y más pobre de perceptores de ingreso nacionales pasó de 24,25 a 27,07 veces.
La transferencia de ingresos anunciada la semana pasada mejorará esas relaciones. En diciembre las personas por debajo de las líneas de pobreza e indigencia serán el 40 y el 14 por ciento de la población respectivamente, y la brecha entre los más y los menos favorecidos se reducirá de 27,1 a 19 veces. Esto ocurrirá sólo por un mes, pero señala el tipo de medidas que podrían generalizarse sin la vigilancia del FMI.
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