No dejaba de ser una imagen fuerte: una de las salas del Centro Cultural Recoleta tenía sus paredes en un blanco absoluto. Era una sala vacía, al lado de la sala Cronopios que –aunque clausurada– todavía alberga la retrospectiva de León Ferrari. A un costado, en esa sala vacía, medio centenar de artistas plásticos se fueron colocando sobre las paredes, en silencio casi absoluto. Por un momento, entonces, cada artista se convertía en una obra de arte de ellos mismos. Podría haber sido una metáfora, un símbolo, una idea que cualquiera utilizaría para una de sus obras. Pero no. Era una asamblea, autoconvocada por los propios artistas plásticos para decidir acciones políticas a seguir por la censura de la retrospectiva de Ferrari. En una fervorosa asamblea, los artistas plásticos decidieron convocar a una gran manifestación para el martes 28 de diciembre, en Avenida de Mayo al 700, frente a los tribunales porteños.
Allí estaban, entre muchos otros, Juan Carlos Romero –quien tomó el orden de la asamblea–, Aníbal Cedrón, Adolfo Nigro, Marcelo Brodsky, Diana Dowek, Osvaldo Jalil y el humorista Rep. En la puerta, algunos grupos, organizaciones y partidos políticos hacían cola para intentar ingresar, aunque la reunión no era para ellos. Luego de pasar revista de la situación legal, de contar que una de las agrupaciones de plásticos había presentado una apelación y de avisar que los trámites llevarían por lo menos diez días más, los artistas se pusieron a debatir sobre el asunto de la censura. Alguien citó libremente a Bertolt Brecht, diciendo que si ahora venían por el arte, más tarde vendrán por los cuerpos.
Romero puntualizó que la reunión de artistas plásticos en el Recoleta era una continuación de la obra de Ferrari y otra de las artistas se decidió por el “bochinche organizado”. La mayoría concordó en la necesidad de sacar a la calle el arte de Ferrari, ya que la censura impuesta por la jueza “mañana nos afectará a todos”. Miembros de la agrupación Etcétera opinaron que lo que había que hacer era un escrache a la casa de la jueza Liberatori, con una modalidad similar a la que HIJOS usa contra los represores. Y pidieron la dirección de la jueza.
Brodsky propuso llevar las obras de Ferrari fuera de los límites del Recoleta, con reproducciones del famoso avión norteamericano con la imagen de Cristo conocido como la obra Civilización occidental y cristiana. La fotógrafa Rosa Repsi opinó que la tarea principal era desbaratar la falacia de los sectores conservadores de la Iglesia. Repsi citó: “A Picasso unos alemanes le preguntaron por el Guernica. ‘¿Usted hizo esto?’, preguntaron los alemanes. ‘No, lo hicieron ustedes’, respondió el pintor”.
Un fuerte debate se produjo al final de la charla, entre uno que proponía salir a la calle a quemar sus propias obras de arte contra otros que pensaban que ése era el símbolo de la Inquisición. “Primero van por las obras, después van por las personas”, pareció ser la consigna que resumía la sensación en el ambiente artístico. Se manifestarán el próximo martes 28 de diciembre frente a los tribunales porteños en Avenida de Mayo al 700 (mailar
[email protected]). Pero, se sabe, los artistas no tienen la culpa de que ése sea el Día de los Inocentes.