EL PAíS
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Miseria sin límites
Por M. J.
Caminan casi todo día pero sin rumbo por las polvorientas calles en donde el agua estancada sirve para las más diversas e insólitas formas de “higiene” doméstica, además de para la ingesta líquida de cerdos y cabras que se crían en las aceras. O también se quedan a esperar, la mayoría de las veces sentados, “una respuesta a lo que les sucede”. Lo cierto es que entre el contingente de militares argentinos que llevan más de seis meses en Gonaives no pueden explicar a dónde van esos haitianos cuando emprenden ese movimiento hiperquinético por todos los barrios de la ciudad porque la mayoría no tiene trabajo ni dinero para gastar. Ni tampoco si esa “dejadez” es “una cuestión cultural” o sólo resignación.
Lo cierto es que sin fuentes de trabajo ni lugares donde siquiera pasar un rato agradable junto al mar Caribe, convertido allí en un depósito de los desechos cloacales de sus más de 300 mil habitantes, los haitianos de Gonaives recorren los barrios hacinados en los “top top”: las camionetas descarrozadas que llevan ese nombre por los dos golpes sobre la chapa con que los pobladores paran los vehículos para subir o bajar de ellos. Los otros medios de transporte público son las motos “taxi” y las bicicletas. Pero en otros momentos los pobladores se concentran en las puertas de sus casas, al lado de montañas de basura, zanjas malolientes o casas destruidas, a mirar pasar la vida aun en los barrios más duros, donde la pobreza es abrumadora. En esta ciudad, donde no hay luz eléctrica sino sólo a través de generadores entre los pocos que los tienen y la escasez de agua potable hace que se venda como el más preciado de los productos, surgió el levantamiento popular que se convirtió en rebelión y acabó con el gobierno de Aristide. En esta misma ciudad, en que como en el resto del país la expectativa de vida apenas supera los 47 años entre los hombres y el nivel de natalidad llega a casi seis chicos por mujer, se proclamó la independencia del primer país latinoamericano el 1o de enero de 1804, hace dos siglos.
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