Vie 11.02.2005

EL PAíS • SUBNOTA  › ROBERTO PIANELLI

“Que todos ganen más”

Por L. V.

“Nuestra virtud fue que en medio de las críticas de los sectores más atrasados no retrocedimos. Dijimos ‘no tenemos nada que ocultar, tenemos sueldos de más de mil pesos’. Ganamos lo que ganamos y queremos ganar más. Queremos que todo el mundo gane mejor porque queremos una vida diferente”, dice Roberto Pianelli, quien recibió a Página/12 junto a Leonardo Gervasi. Ambos son integrantes del cuerpo de delegados que impulsó el plan de lucha en una relación difícil con la UTA.
–¿Qué pasó con la conducción del sindicato?
R. P.: (El titular de la UTA, Juan Manuel) Palacios apareció en escena el último día del conflicto. Nosotros no lo esperábamos, habíamos hablado al sindicato para pedirle una cita porque queríamos plantearle la necesidad de actuar en conjunto.
–Querían que la UTA llamara a un paro nacional.
R. P.: Sí, estábamos pensando en eso. Así que nos enteramos de sorpresa que había hecho el acuerdo, y que eso podía llegar a servir para levantar el paro. Nosotros volvimos a escuchar lo que dijo Palacios cuando hizo el anuncio y en ningún momento levantó el paro, aunque los medios lo interpretaron así. Pero bueno, no vamos a ocultar que tenemos una relación traumática con la UTA. En esta paritaria habíamos estado juntos en todos los reclamos.
L. G.: El secretario gremial estuvo en todas las audiencias y en algunos aspectos se había puesto a la izquierda nuestra.
–¿Por ejemplo?
L. G.: Había planteado que para destrabar el conflicto una propuesta viable era un 40 por ciento de aumento. Metrovías decía: “Ustedes quieren destrabar el conflicto, ¿cuál sería una oferta viable?”. Y él: “Bueno, con un 40 podemos comenzar a destrabar”. Era una posición dura.
–En las audiencias ¿llegaron a escuchar la oferta que finalmente se acordó?
L. G.: No, Metrovías siempre nos hizo propuestas bajísimas.
R. P.: Ellos empezaron diciendo que no tenían dinero. Después pidieron la intervención de la Secretaría de Transportes (vinculada al otorgamiento de subsidios). Continuó diciendo que podía dar el 1 por ciento, y así.
–¿Qué va a pasar con las denuncias penales contra los que se tiraron a las vías?
R. P.: Y bueno. Nos defenderemos ante la Justicia y si es necesario habrá nuevos paros. La criminalización de la protesta avanza sobre los sectores que pueden penalizar. Hasta ahora, con nosotros no han pasado de imputar a los compañeros. No hubo procesados, seguramente porque se encontrarían con una respuesta fuerte.
–Durante el conflicto hubo momentos de fuertes críticas al paro. ¿Discutieron en esos días con qué discurso hablarle a la opinión pública?
L. G.: La empresa tiene influencia en los medios y muchos medios amplificaron las críticas al paro. Formaba parte de la pelea, porque el conflicto tuvo una gran cuota de discusión en los medios.
R. P.: Hubo un punto de inflexión cuando la empresa dijo que ya estábamos cobrando buenos salarios y nosotros planteamos que sí, pero que teníamos derecho a ganar sueldos mejores en estas privatizadas que no invierten en el servicio y pagan a los gerentes sueldos enormes. Ese debate, creo, se lo ganamos. A partir de ahí el Gobierno, que había pensado en intervenir con un análisis de la evolución de nuestros salarios, se corrió a un costado y dijo “mátense entre ustedes”. Se bancó el conflicto social: no dictó la conciliación obligatoria ni permitió que hubiera despidos. Nosotros siempre nos damos una política hacia la opinión pública. Pero nunca como esta vez se había acercado tanta gente a apoyarnos. Nos dejaban cinco pesos para el fondo de huelga, cartas.
L. G.: Nosotros pudimos plantear que para tener un país mejor hay que tener acceso a la educación y a la cultura. Si mis hijos tienen acceso a la literatura, al arte, a una buena educación van a ser mejoresciudadanos. Digo, los hijos de los empresarios tienen acceso a esos bienes, pero los hijos de quienes ganan poco se van marginalizando.
–¿Habían tenido antes este tipo de discusión?
R. P.: Un tema parecido cuando conseguimos reducir la jornada a 6 horas. Decían que queríamos las 6 horas para hacer más extras y llenarnos de guita. Pero demostramos que no, que queríamos las 6 horas para trabajar 6 horas, para disfrutar de la vida. Porque la vida no es embrutecerse trabajando.

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