- Eduardo Mirás, arzobispo de Rosario y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina: “Nadie tiene derecho a mentir diciendo que Baseotto dijo lo que no dijo; esto es una mentira absoluta. El prelado citó una frase de Cristo, que es simplemente una parábola. Empecemos por explicar qué significa escándalo en la Biblia. Significa activar a otro a que peque, a que actúe contra Dios. Y Jesucristo dice: es tan grave esto, que mejor sería que le ataran una piedra de molino al cuello y lo tiraran al mar. Es una fórmula semita de indicar la gravedad del hecho y no un deseo de que esto sea una realidad. No se entendió correctamente el mensaje que el obispo castrense quiso emitir. La relación con el Gobierno es la misma de siempre y espero, como dijimos en nuestro comunicado, que se establezca el diálogo necesario que lleva siempre a soluciones, porque cuando falta el diálogo todo el camino se hace estéril”.
- Carmelo Giaquinta, arzobispo de Resistencia: “Lamento que el Gobierno haya hecho de un vaso de agua un mar turbulento. El recurso de la imagen usada por Jesús sobre el que escandaliza a un niño pertenece a la cultura semita propia del mundo bíblico. Fue imprudente usarla y no comparto la metodología de enviar una carta pública a un ministro porque no responde al estilo de relaciones que nuestra Conferencia Episcopal quiere tener con las autoridades civiles. Resulta comprensible que algún periodista ignorante de la Biblia, o movido por alguna ideología, la relacione con los vuelos de la muerte ocurridos hace casi treinta años, pero que lo haga la autoridad pública, y con insistencia, me crea serios interrogantes. Al presidente Kirchner le cayó de perillas. Como en otras ocasiones, reaccionó desmesuradamente y se ha arrogado una atribución que no tiene, como la de privar al obispo castrense de la libertad para ejercer su ministerio. Al Presidente le debo respeto y ruego por él. Pero también le debo el testimonio de la verdad”.
- Jorge Luis Lona, obispo de San Luis: “Kirchner se transforma en una especie de dictador que hace lo que quiere independientemente de las leyes; viola totalmente una ley de la Nación que tiene una jerarquía especial porque es un tratado internacional hecho entre la Argentina y la Santa Sede, que es el Concordato del año 1957. Es una grave ofensa a la Iglesia, porque monseñor Baseotto en esa carta que le dirigió al ministro de Salud le advertía algo que lo advierte Jesucristo: que es preferible la muerte terrenal a la muerte eterna, el pecado mortal. El tema central de todo esto es la posibilidad de que en la Argentina se legalice, en una manera que lo difunda, el crimen del aborto”.