EL PAíS
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Los dos casos del momento
Una vivió la angustia de la espera unos días atrás. La otra la vive por estas horas. Verónica Rosa, de 35 años, recibió un corazón. Angela Peralta, de 23, necesita en forma urgente un hígado. El futuro de las dos quedó atado a la decisión que hayan tomado otros de donar sus órganos en el momento de sus muertes. Y en ese punto, sus historias –que hoy conmueven a la opinión pública– se entrecruzan.
Angela es la joven rionegrina que recibió una inyección de hierro Yectafer adulterada. El último parte médico indicó ayer que está “con severa falla hepática”, por lo que ingresó en “lista de espera de urgencia para trasplante hepático” del Incucai. Se encuentra internada en el Hospital Italiano de Buenos Aires, adonde por la gravedad del cuadro se le realizó una cesárea y dio a luz un bebé de apenas seis meses de gestación. El bebé nació con poco más de un kilo, por lo que se encuentra en estado delicado. Verónica, la maestra que fue sometida a una trasplante de corazón y dada de alta el viernes último, debió ser internada ayer nuevamente en la Fundación Favaloro. Fuentes médicas informaron que sufrió “un pequeño rechazo en el organismo que no reviste gravedad”. Fue alojada en la Unidad de Terapia Intermedia luego de que se le realizara un chequeo médico, en el que se observó un pequeño rechazo “por la falta de asimilación de los medicamentos por vía oral”.
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