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Cualidades de una medida
› Por Alfredo Zaiat
La medida de disuasión al ingreso de capitales especulativos anunciada ayer por Roberto Lavagna, luego de reunirse con el presidente Néstor Kirchner, amerita una serie de adjetivos que merecen una detallada explicación.
Es audaz porque fija un período de inmovilización de un año del 30 por ciento de los dólares que quieren desembarcar en estas playas para obtener ganancias rápidas. El período es extenso, pero lo atrevido es el porcentaje del capital que tiene que quedar congelado. Si el Banco Central se compromete con esa medida, puesto que los funcionarios de la denominada línea de la entidad monetaria no han mostrado hasta el momento vocación de fiscalización en los controles de capitales ya existentes, se podrá disminuir la velocidad de pedaleo de las bicicletas financieras del dinero caliente.
Es necesaria porque avanza sobre uno de los factores de generación de mayor inestabilidad en el mundo globalizado: las burbujas financieras. Los mercados tienden a demorar los juicios negativos sobre las economías, siendo la convertibilidad y en la actualidad Brasil ejemplos de ese comportamiento. Los mercados también tienen a acelerar los momentos de bonanzas. Tratar de no quedar a merced de esos violentos sacudones financieros que provocan daños en la economía real es un síntoma de que al menos se ha aprendido algo de la traumática experiencia de los noventa.
Va contra la corriente porque rompe con preconceptos ideológicos y enfrenta poderosos intereses. Para economistas que creen que el mercado financiero es intocable, la interferencia del Estado en su funcionamiento equivale a enfrentarse al rostro de Satanás. Esos voceros todavía tienen influencia en la construcción de la opinión pública. Al poder que poco y nada le gusta esa medida es el representado por el Fondo Monetario.
Por último, el endurecimiento del control de capitales es oportuno porque fondos de inversión y especuladores profesionales ávidos de retornos fáciles y rápidos han colocado a la plaza argentina como su próximo bocado. La tentación para el capital golondrina es muy fuerte luego de superado el default, con tasas internacionales por el piso y muy atractivas rentas que ofrecen los nuevos bonos que surgieron del canje. Sin barreras, el mercado local recibiría un flujo de dólares aún mayor que el que actualmente existe, lo que generaría más tensión para defender la paridad de 2,90 pesos.
De todos modos, este control más estricto al movimiento de capitales no asegura inmunidad de burbujas. Simplemente es un instrumento más al que un Estado apela para prevenir eventuales crisis.
Y eso no es poco.
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