EL PAíS
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Conflictos laborales en la Argentina
› Por Julio Godio*
La economía argentina creció entre 2003 y 2004 a una tasa anual del 9 por ciento. Se prevé para 2005 un crecimiento algo menor, pero importante, del 6. Pero en un país que en el pasado mostraba un “equilibrio social” alto, similar a los países desarrollados (en 1983 sólo el 6 por ciento de desempleo y 12 de la sociedad en la pobreza), hoy el 41 por ciento de la población está por debajo de la línea de pobreza. Un poco menos de la mitad de los pobres son indigentes. Estuvimos peor a fines de 2001, pero todavía no hemos alcanzado los niveles de ingresos de antes de la crisis. Los 4.000.000 de trabajadores “en negro” reciben todavía salarios promedios de $800 mensuales. Los empleados públicos, 1.500.000, reciben $900. Los registrados del sector formal, unos 4.000.000, reciben un salario promedio de $1100. En síntesis, 9.500.000 trabajadores de todas las categorías, el 70 por ciento de la Población Económicamente Activa, viven con ingresos inferiores a la canasta básica. A esas remuneraciones, como correctamente plantea Carlos Leyva (“El fantasma oscurece”, Debate 123, 2005) –que son promedios generales de todas las actividades y de todo el país–, hay que descontarles la inflación ocurrida después de la devaluación (2002). El resultado es que la mayoría de los salarios, pese a la recomposición de 2000-2005, se han reducido nuevamente. Sólo en los trabajadores de los sectores concentrados o exportadores (no más del 20 por ciento de la PEA asalariada) mejoraron sustancialmente respecto de los niveles anteriores a la crisis de 2001. Entre 2003 y 2004 el actual gobierno nacional puso en marcha políticas para mejorar los salarios. Se trata de dos tipos de políticas: una es mejorar los ingresos por aumentos nominales generales del salario mínimo y adicionales por decreto; otra es el restablecimiento progresivo de la negociación colectiva por rama y sector de actividad. Las movilizaciones de trabajadores han sido de dos tipos: las dirigidas por los sindicatos, y las dirigidas por cuerpos de delegados y “autoconvocados”, cuyos dirigentes son críticos con las conducciones tradicionales. Hasta ahora, el duro enfrentamiento entre Kirchner y Duhalde no se manifestó en el interior de los grandes sindicatos de la CGT. Los conflictos políticos sindicales caminan en paralelo con la lucha interna en el peronismo, lo que da cuenta de una inédita separación entre sindicatos peronistas y gobierno peronista. En un país como la Argentina era inevitable que la situación genere todavía mucha inquietud y malestar, que podría tener diversas manifestaciones políticas.
* Director del Instituto del Mundo del Trabajo (IMT).
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