EL PAíS
• SUBNOTA › EXPECTATIVA POR LA REUNION ENTRE KIRCHNER Y BUSH
Con el Fondo en la agenda
Por F. C. y L. V.
Desde Mar del Plata
A las 20.06, los policías y los gendarmes, las lanchas de Prefectura y los aviones de la Fuerza Aérea, los marines y los servicios secretos, los helicópteros extranjeros y los misiles prestados, todos ellos entraron en alerta máxima. A esa hora, en el aeropuerto de Camet, George Bush, que llegó con una comitiva de dos mil personas, se asomó por la puerta del Air Force 1, saludó junto a su mujer Laura, descendió la escalerilla y caminó unos cincuenta metros hasta el helicóptero que lo llevó hasta una base naval cercana al Sheraton, reconvertido en fortaleza inexpugnable. Allí pasó la noche y recién se lo volverá a ver hoy a las 10, en la reunión bilateral que mantendrá con Néstor Kirchner. El presidente argentino espera que la ocasión sirva para revivir la buena sintonía personal que mostró con el jefe de la Casa Blanca en las anteriores ocasiones que se encontraron y que esa afinidad le servirá para conseguir su apoyo para la inminente reapertura de las negociaciones con el FMI. La diferencia es que en esta ocasión Bush llega también con un interés concreto, que es la reapertura con fecha cierta del congelado ALCA. Y podría ponerlo sobre la mesa.
Parte de la comitiva argentina si-guió el arribo del presidente de Estados Unidos por una pantalla de plasma ubicada en el bar del Hotel Hermitage. Hacía un rato había llegado Kirchner. Junto con su mujer, la senadora Cristina Fernández; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y los ministros Roberto Lavagna y Julio De Vido, el Presidente siguió rumbo a las habitaciones. Otro grupo –Daniel Scioli, Ginés González García, Alberto Iribarne, Carlos Zannini y Aníbal Fernández– se quedó abajo. El más inquieto, obviamente, era el ministro del Interior, encargado del gigantesco operativo de seguridad.
Primero aterrizó uno de los aviones Air Force. Después otro, idéntico, el de Bush. En la mesita de los ministros se hacían chistes. “Che, ¿éste viene a Mar del Plata sin valijas?”, comentó uno de ellos mientras seguía la caminata del norteamericano hasta el helicóptero. “Es que sabe que Tienda Los Gallegos tiene de todo”, le contestó otro. Risotadas para liberar la tensión.
La reunión bilateral está prevista para las 10, en un salón del Hermitage, el hotel de Kirchner. Tendrá una extensión de 45 minutos y de cada país ingresarán nueve funcionarios, lo que da la idea de una reunión de trabajo. Luego ambos presidentes se presentarán ante la prensa para resumir lo conversado pero no responderán preguntas.
“Es a agenda abierta. Nosotros somos optimistas, pensamos que nos va a ir muy bien”, comentaba anoche un integrante de la comitiva. Kirchner quiere hacer un repaso ante Bush de los avances económicos de su gestión. Le recordará –como ya lo hizo en otras ocasiones– que fueron conseguidos sin necesidad de ayuda externa. Y que por eso necesita su colaboración para que el FMI no anteponga exigencias que consideran inaceptables para retomar las negociaciones. Argentina debe pagar unos 7 mil millones de dólares en los próximos dos años a los organismos.
Durante la primera entrevista que mantuvieron en la Casa Blanca, en 2003, Bush aconsejó a Kirchner que le peleara al Fondo “hasta la última moneda”. Luego lo ayudó a que el organismo ablandara sus exigencias. El argentino lo reconoce y Bush lo recordó esta semana en una entrevista. Allí también dijo que estaba dispuesto a escuchar los pedidos de “un presidente amigo”.
La diferencia fundamental con los encuentros anteriores es que esta vez Bush puede pedir algo él también. Estados Unidos está muy interesado en que esta Cumbre de las Américas sea recordada como la que resucitó el ALCA y justamente Argentina –como integrante medular del Mercosur– se está oponiendo. Pese a que los diplomáticos argentinos habían descartado la visión de la reunión bilateral como un toma y daca, anoche nadie se animaba a predecir la respuesta de Kirchner ante un requerimiento de Bush o de su secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Hoy se verá.
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