Dom 04.12.2005

EL PAíS • SUBNOTA

Abrir los cielos cerrados

› Por Sergio Moreno

El conflicto aeroportuario fue sufrido por el Gobierno como una sinrazón producto de la cerrazón de dos personajes: el subsecretario de Transporte Aerocomercial y a la vez secretario general de APTA, Ricardo Cirielli, y el titular de Aerolíneas Argentinas, el español Antonio Mata. Desarticulado el conflicto tras la intervención de los gobiernos argentinos y español, en la Casa Rosada quedan algunas certezas: que Cirielli tiene un futuro incierto en esta administración, que la misma nunca reestatizará Aerolíneas Argentinas y que comenzará a estudiar la efectividad de mantener una política de cielos cerrados dentro del país.
Un importantísimo ejecutor de las políticas oficiales caracterizó ante Página/12 el rol del subsecretario-gremialista como “insano”. El confidente sostuvo que la escalada del paro tuvo a Cirielli y a Mata como los protagonistas y responsables centrales y que ambos pagarán costos políticos. El presidente Néstor Kirchner debió hablar con su par español José Luis Rodríguez Zapatero y Alberto Fernández con su consejero económico Miguel Sebastián Gascón, para que la empresa envíe un interlocutor a retomar el diálogo. Así fue que eligieron a Gerardo Díaz, socio mayoritario de Marsans, que vino solo, solo participó de las reuniones, y solo llegó a un acuerdo sugerido por el propio jefe de Gabinete nacional.
Díaz se reunió con Kirchner y Fernández, luego con Hugo Moyano y finalmente con los sindicatos. Como corolario de estas conversaciones, y de un poco de racionalidad, se destrabó el conflicto. “Quisiera no tener que utilizar nuevamente al Gobierno como intermediario”, dijo el negociador español al terminar las tratativas que pusieron fin a nueve días de huelga.
“Nosotros siempre supimos que este conflicto era malo, muy malo para el país”, alegan en el Gobierno, desentendiéndose de la faena de Cirielli y preguntándose qué quiso hacer en esta huelga. “El dice que su gremio se le fue de las manos. Es difícil creerle, pero si fuera cierto, no importa, él debe resolver las crisis y ésta no sólo no la resolvió, sino que pareció fogonearla”, reflexionó ante este cronista un importante integrante de la administración K.
La resaca de la confrontación indujo a dos conjeturas destacables que hoy coligen puertas adentro de Balcarce 50. La primera es categórica: este gobierno no reestatizará Aerolíneas Argentinas. “Se cayeron LAPA, DINAR, Southern Winds, Lafsa no caminó; la experiencia nos indica que no debemos meternos en esto, y no vamos a hacerlo”, confió uno de los más cercanos consejeros del Presidente a este diario.
En segundo término está la política de cielos cerrados. Se denomina así a la decisión de mantener a Aerolíneas Argentinas y a su controlada Austral como empresas “de bandera nacional” por lo cual le corresponde la mayor parte del mercado de cabotaje. “Eso ha generado un monopolio de Aerolíneas, que fija los costos internos, por un lado. Pero por otro, cuando te afecta una huelga salvaje como ésta, se resiente una de las principales industrias que tiene la Argentina posdevaluación: el turismo. Estamos estudiando la eficacia de mantener una política de cielos cerrados”, confesó la fuente citada.
Esta decisión implica la chance de un cambio estructural en la política aerocomercial. No se sabe si Cirielli estará en su cargo para cuando decidan ejecutarla (si es que lo hacen).

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