Frenéticas escobas, dirigidas por el alcalde paceño y aliado político del presidente electo, le “lavan la cara” sin pausa a la ciudad de La Paz, donde se desarrollarán los actos de transmisión del mando el domingo próximo. Evo Morales Ayma, quien ya recibió las credenciales de la Corte Nacional Electoral que acreditan su victoria, intentará plasmar en tres ceremonias –una indígena, otra institucional y una tercera popular– lo que pretende representar: un parteaguas en la historia de injusticias y discriminación que ha caracterizado a este país andino. Y ha condenado a sus indígenas a una suerte de apartheid étnico y social.

A la avalancha de votos que recibió la izquierda el pasado 18 de diciembre le sobrevendrá una avalancha humana, incluidos unos mil periodistas y fotógrafos y los “turistas revolucionarios” que reemplazaron Chiapas por La Paz y amenazan con congestionar los espacios donde se desarrollarán las diferentes etapas de la transmisión del mando y con quebrar los nervios de los funcionarios de acreditación. Algunos ya hablan de una “Evomanía” que trasciende las fronteras bolivianas. Y el líder cocalero sigue con sus gestos: luego de imponer la moda del pulóver y anunciar la rebaja a la mitad de los sueldos de presidente, funcionarios y parlamentarios, ahora decidió esquivar la residencia presidencial y vivir en un modesto departamento alquilado de 350 dólares al mes.

Según voceros de la Comisión de Protocolo, una decena de mandatarios –en su mayoría latinoamericanos– asistirá a los actos de asunción. No se sabe aún si vendrán las dos “estrellas” más esperadas: Fidel Castro y Hugo Chávez, mantienen el misterio “por razones de seguridad”.

Mientras el MAS estaba por propinarle a la derecha una segunda bofetada, ganándole la presidencia del Senado, donde el MAS tiene un senador menos que el “tutismo”, continuaban los preparativos para el primero de los actos de transmisión: según el programa de la ceremonia que precederá a la oficial, Morales contraerá un compromiso mítico con la Pachamama (madre tierra) y el Tata Inti (padre sol) en Tiahuanacu –71 km de La Paz– en un ritual custodiado por los propios campesinos, entre ellos los combativos aymaras de Achacahi. Cuatro amautas (autoridades religiosas) que representarán a las cuatro regiones del Imperio Tiahuanacota dirigirán este ritual, inédito en la investidura de un presidente boliviano. También participarán indígenas de otras regiones del país. Posteriormente, Morales se trasladará descalzo sobre la pirámide Akapana, donde recibirá el bastón del mando terrenal de los pueblos originarios de los Andes bolivianos. “Esta ceremonia no sólo reconocerá el poder político que pasará a tener Evo Morales, sino que le reconocerá su carácter religioso. Además lo comprometerá a trabajar por el bien colectivo”, precisó el antropólogo Carlos Osterman.

Y el domingo 22, La Paz espera la mayor fiesta de los últimos años. Después de jurar en el Congreso, Evo Morales y Alvaro García Linera se trasladarán caminando hasta la Plaza de los Héroes, donde se espera que una multitud popular le tome el tercer juramento a la nueva pareja presidencial que, según una reciente encuesta, goza del 65 por ciento de aprobación.

La luna de miel durará hasta el domingo. El lunes, el ex cocalero y el sociólogo despertarán del sueño y se encontrarán a la cabeza de una nación que empezará a intentar hacer realidad el suyo: “Vivir bien”, como reza el slogan masista.