EL PAíS • SUBNOTA › OPINION
› Por Martín Almada *
Hace tres años un represor stronista arrepentido me confió un “secreto profesional”. Me contó que “un día, estando de oficial de guardia en mi cuartel”, llegaron dos gendarmes argentinos con el objeto de pedir autorización para eliminar en territorio paraguayo a “tres sujetos subversivos”. Eran dos estudiantes argentinos y un abogado paraguayo. No recordó los nombres de los estudiantes, pero sí el del abogado paraguayo, Fausto Carrillo. Cabe señalar que el mencionado fue mi compañero en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional y el mejor graduado de la promoción. Fue perseguido por Stroessner en Asunción y se afincó en Formosa, donde fue detenido/desaparecido el 16 de agosto de 1976. El informante dijo haber consultado por teléfono a sus superiores de Asunción y dos horas después llegó al cuartel en una avioneta el general Benito Guanes Serrano, el número 2 de la Inteligencia Militar. El general, después de escuchar a los gendarmes argentinos, autorizó la “operación”. El número 1 de la Inteligencia Militar era el general Alejandro Fretes Dávalos. Cito a continuación textualmente el relato: “Los tres detenidos fueron puestos desnudos en la vera del río Paraguay y con las manos atrás, maniatadas. Un gendarme con una filosa navaja procedió al corte del estómago de cada uno y luego lanzaron al agua a las víctimas, para que de inmediato, los pescados ‘hagan su trabajo’ y no floten, para borrar las pruebas”. Eso fue el 12 de septiembre de 1977.
Con esos antecedentes, en mi condición de Defensor de los Derechos Humanos de Paraguay hace dos años me presenté ante la Fiscalía Federal de Formosa, Argentina, a cargo de Omar Danilo Benítez, y pedí la apertura de una investigación. Más tarde se hizo cargo del caso el Juez Federal Marcos Bruno Quinteros, expediente 243 caratulado “Carrillo Fausto y Otros s/desaparición forzada”. Los antecedentes de mi presentación judicial los entregué al periodista formoseño de La Mañana Lionel Quiroga, quien publicó la información. Así el caso fue conocido por la opinión pública y se movilizaron las organizaciones de Derechos Humanos de la provincia argentina de Formosa. El 28 de diciembre de 2005 en Formosa, el juez Quinteros ordenó allanamientos simultáneos de la Gendarmería Nacional, la Jefatura de Policía, la sede de la Policía Federal, la Prefectura y el Regimiento de Infantería de Monte 29. Así se descubrió el Archivo del Terror de Formosa, organizado al estilo stronista y conteniendo carpetas, libros de novedades, legajos personales, libros de detenidos, actas de tortura y fotografías. Según la prensa de Formosa, la documentación más abundante fue incautada de la Policía Federal y de la Prefectura.
Yo tuve el honor de descubrir el Archivo del Terror de Paraguay, también con el apoyo judicial, gracias a la valentía del juez José Agustín Fernández el 22 de diciembre de 1992. Tanto el Archivo paraguayo como el de Formosa son el espejo del pacto criminal existente entre los gobiernos militares de la Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay, conocido como el Plan Cóndor. Hay más de 120 paraguayos desaparecidos en la Argentina por órdenes de Stroessner. El ex dictador tiene que volver para enfrentar la verdad y comprometerse con la Justicia y reparar los daños causados a miles de víctimas y familiares. Hay miles de familias destrozadas que todavía no pueden elaborar sus duelos. No es el pasado lo que divide a los paraguayos sino la falta de Justicia. Sin Justicia, el pasado es un doloroso presente. Fausto Carrillo también fue víctima de Stroessner porque no estaba de acuerdo con el pensamiento único, con la mediocridad y corrupción imperante. En el campo de concentración de Emboscada, en septiembre de 1976 conocí a su esposa Felicita Giménez y a su hija de sólo 6 meses de edad, Clarisa Carolina, que también tenía que soportar la furia de la dictadura.
Saludamos con alegría el salto cualitativo dado por las autoridades judiciales de Formosa, a las organizaciones de Derechos Humanos y a la prensa. Invitamos a la Comisión de Verdad y Justicia de Paraguay, que preside el obispo Mario Melanio Medina, para que tome contacto con la Justicia formoseña para recopilar los antecedentes de los compatriotas Carrillo, Osiris Linneo Ayala y otros. Con el descubrimiento del archivo del terror formoseño se comienza a rescatar el pasado.
* Premio Nobel Alternativo 2002.
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