La Federación Agraria Argentina se viene enfrentando con el consorcio exportador y los representantes de los grandes productores prácticamente desde el inicio de la discusión por el precio de las carnes. Ayer, ante las medidas adoptadas por el gobierno nacional sobre las exportaciones, estas diferencias volvieron a quedar en evidencia. Ulises Forte, vicepresidente segundo de la FAA, definió la posición de la entidad en un diálogo con Página/12.

–¿Qué opinión tienen de las medidas de restricción a las exportaciones de carnes?

–Estamos convencidos de que hay que proteger al mercado interno. Los argentinos tienen derecho a comer carne de buena calidad. El consumo interno representa el 80 por ciento de la faena. Hay que recordar que en el peor momento de la ganadería argentina, con la crisis del 2000 y el problema de la aftosa que cerró los mercados mundiales, fue la demanda interna la que la salvó.

–¿Cómo se sale de esta situación de desequilibrio en el mercado?

–Esto no se logra sin un plan ganadero integral que incorpore también a los pequeños y medianos productores, que no exista marginalidad por el hecho de ser pequeños. Por las condiciones de la demanda local y mundial, muy demandantes, la ganadería argentina –parafraseando a un ex presidente– “está condenada al éxito”, condenada al crecimiento. La pregunta es cuál va a ser el rol del Estado.

–Esa disputa entre los que cuestionan la intervención del Estado y los que piden un rol más activo, ¿cómo cree que se resolverá?

–Cuando se produjo el boom sojero, el Estado estuvo ausente y la consecuencia fue el monocultivo, la destrucción de montes, la aparición de los pools de siembra desplazando al chacarero, la pérdida de superficie para otros cultivos y para la ganadería. Se convirtió al campo en un enorme desierto verde, sin población ni productores. Estos efectos se hubieran evitado con una participación estatal activa. Por eso planteamos que un plan ganadero integral supone volver a las explotaciones mixtas, repoblar el interior, recuperar los suelos, aumentar el stock vacuno dándoles iguales posibilidades de crecimiento a los productores chicos.

–Este tipo de medidas, ¿en cuánto tiempo puede producir resultados?

–Con una política agresiva en materia de promoción ganadera, en cinco años podríamos tener 10 millones más de cabezas en stock. Esto solucionaría, por lo menos, el desequilibrio actual. Para esto hay que adoptar medidas valientes, como combatir el “ternericidio”, no puede ser que se sigan enviando animales sin terminar al mercado. Hay que seguir subiendo el peso mínimo. Es una política muy resistida por algunos sectores, pero que da resultados, aunque en lo inmediato parezca que no.

–¿La suba de precios en Liniers es un indicador de estos desequilibrios entre oferta y demanda?

–Hay una demanda excedente, pero en esto hay que andar con cuidado. Hay que romper con el mito del mercado de Liniers y el precio. Por este mercado apenas pasa el 13 por ciento de los animales que van a faena. El ochenta y pico por ciento restante lo compran los frigoríficos en remates de campo o por negociación directa con los productores. Si tuviésemos informatizadas todas las operaciones, quizá la realidad de los precios sería distinta. Esta misma semana, algunos productores recibieron ofertas por operaciones directas de frigoríficos a los mismos valores que los de la semana pasada. Es una realidad muy distinta a la que reflejan las cotizaciones del mercado de Liniers.

–¿Cómo se explica entonces la suba en Liniers de los últimos días?

–No tiene una explicación lógica. Es preocupante este repentino desequilibrio en el mercado. Semejante caída en la oferta, en una semana en la que no hubo lluvias que siempre afectan el envío de hacienda, es realmente llamativo. Aquí hay alguna mano oscura, que lógicamente no pasa por los productores medianos o pequeños.

–¿Están boicoteando al Gobierno, subiendo artificialmente los precios?

–No tengo las pruebas, si no las daría, con nombres inclusive.