Mar 06.06.2006

EL PAíS • SUBNOTA  › LA CASA ROSADA TOMA DISTANCIA DEL GOBIERNO DE LA CIUDAD

El kirchnerismo, con clima de divorcio

› Por Diego Schurman

“Estamos divorciándonos.” Así, en tiempo presente, una kirchnerista paladar negro definió el estado actual de las relaciones entre la Casa Rosada y Jorge Telerman. Los anunciados cambios de gabinete porteño junto a la permanencia de Guillermo Nielsen en el mismo –cuando su referente político, Roberto Lavagna, amaga con desafiar a Néstor Kirchner en la presidencial de 2007– resultó un argumento suficiente para que Néstor Kirchner pusiera distancia del jefe de Gobierno de la ciudad.

Hasta ayer las relaciones se mostraban ambiguas. Si bien Telerman mantiene una vieja enemistad con Alberto Fernández, había logrado llegar a otros hombres del Presidente mediante puentes alternativos al jefe de Gabinete. Uno de esos hombre fue Carlos Zannini. Para los desmemoriados: Compromiso K, la agrupación del secretario de Legal y Técnica, fue la cara de una movida que en el verano buscó apuntalar la candidatura de Telerman para el 2007. Varios apóstoles de Zannini dieron forma a esa suerte de “kirchnerismo telermanista”, si se permite el término.

El listado de referentes oficiales que pregonaban por la continuidad de Telerman en su cargo después del 2007 es –o era– larga. Allí estaban ultras como Carlos Kunkel o Juan Carlos Dante Gullo. Lo mismo el emblemático ex chofer de Kirchner y actual titular de multimedios sureños, Rudy Ulloa Igor.

Hace apenas una semana el legislador Helio Rebot se acercó a Roberto Porcaro para dar continuidad a esa buena sintonía. Rebot fue el hombre que, desde el kirchnerista Frente para la Victoria, aportó un voto clave para la destitución de Aníbal Ibarra. Porcaro es uno de los principales operadores de Compromiso K. Hoy, Rebot se presentará con una nueva sociedad política, que se llamará Fuerza Baires, junto a otros dirigentes que han tomado distancia del oficialismo, como Milcíades Peña y el Chango Farías Gómez.

Compromiso K no sólo no decidió profundizar la relación con Telerman sino que, contrariamente, cortó lazos con el jefe de Gobierno porteño. El propio Zannini, al enterarse ayer del desplazamiento del secretario de Salud, Donato “El Tano” Spaccavento, masticó bronca. El ahora ex funcionario porteño tenía excelente relación con los Kirchner. Fue director del Argerich, el hospital que se acondicionó ante la eventualidad de una urgencia presidencial. Cerca de Kirchner aseguran que Telerman se comprometió, al asumir su gestión, que a Spaccavento no lo iban a tocar. No fue así.

La incorporación de Nielsen, en marzo de este año, ya había alterado los ánimos del Presidente. El jefe de Gobierno anticipó la movida a Fernández. Se ve que aquel dicho de que “el que avisa no es traidor” no es para el funcionario K. Es que, precisamente Fernández, consideró el arribo del socio de Lavagna como una traición a Kirchner.

La “cuña Lavagna” hizo estragos en las alineaciones internas del kirchnerismo. Hasta Kunkel, un viejo conocido de Telerman, decidió tomar distancia política del jefe de Gobierno porteño. Hubo gestos elocuentes en ese sentido, como un encuentro no tan reservado con Ibarra y cierto acercamiento a Fernández, con quien no venía haciendo buenas migas.

Un poco con la lógica de “no nos une el amor sino el espanto”, el propio Julio De Vido aparece encuadrado casi sin matices con Zannini y Fernández. La interna entre el ministro de Planificación y Lavagna fue un clásico cuando éste era titular de Hacienda. La distancia no ha morigerado esa inquina. De Vido había hecho su aporte a la ciudad promoviendo al ex tesorero de la CTA Rodolfo Córdoba. En la movida tuvo participación directa el diputado Edgardo Depetri, un “devidista” declarado. Sin embargo, ayer se conoció el desplazamiento de Obras Públicas de Ernesto Selzer, un funcionario porteño con buena llegada al ministro de Planificación.

Por si no quedó claro: si bien cuidará las formas, De Vido ordenó quitarle todo respaldo político a Telerman. Puertas adentro de la Casa Rosada ven a Lavagna hasta en la sopa. Y Julio Macchi, a quien el jefe de Gobierno quiere como presidente del Banco Ciudad, no queda exento de esa lógica conspirativa. Hace tres meses Kirchner lo desplazó del Banco Hipotecario. Ayer, al enterarse de su regreso al redil de la mano de Telerman, la ministra de Economía, Felisa Miceli, pegó un grito en el cielo. En los nombramientos previstos hay guiños hacia el radicalismo. Así interpretan en la Rosada la promoción de Agustín Zbar para la Procuración General. En cambio, ven la incorporación de Juan Pablo Schiavi en Obras Públicas como parte de un entramado político que desemboca en el ex intendente Carlos Grosso.

Pero Kirchner también cree que detrás de tanta movida está la sombra de Eduardo Duhalde. Antenoche hubo una reunión en la quinta del ultraduhaldista Hugo Toledo y varios legisladores peronistas. Dicen que se habló de enfrentar a Kirchner en el 2007. ¿El candidato? Lavagna, claro.

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