EL PAíS • SUBNOTA › SALIDAS QUE BUSCO LA CORTE POR LAS CAUSAS TRABADAS
› Por I. H.
Ante el dilema de cubrir o no las vacantes en la Corte Suprema, el Gobierno ahora se inclina por el no, según dijo anteayer el ministro de Justicia, Alberto Iribarne. La renguera del máximo tribunal es desde fines del año pasado un tema de preocupación recurrente entre Sus Señorías. Porque son siete, pero para firmar un fallo siguen necesitando una mayoría de cinco votos, propia de una estructura de nueve jueces. Las causas se traban; hay cientos sin resolver. En la desesperación por salir del embudo, varios supremos hicieron meses atrás reclamos públicos al Gobierno. Ante la falta de respuesta, puertas adentro, alguno llegó a proponer –según pudo saber Página/12– cambiar la regla de la mayoría y establecer por una acordada en la que cuatro votos alcancen para fallar.
Según la ley vigente, la Corte debe estar integrada por nueve jueces. Desde la destitución de Antonio Bo-ggiano y la jubilación de Augusto Belluscio, el año pasado, hay dos lugares vacíos. Pero el Gobierno, a juzgar por los dichos de Iribarne, no prioriza la legalidad, sino que considera su decisión “una cuestión de oportunidad”. Y por ahora, no le cuadra sumar nuevos nombramientos a los cuatro que ya hizo (Raúl Zaffaroni, Carmen Argibay, Elena Highton de Nolasco y Ricardo Lorenzetti).
Dentro de la Corte, con los meses, fueron advirtiendo los bemoles de esta situación: no sólo no logran juntar cinco votos para fallar sobre la pesificación y las deudas hipotecarias, sino sobre otros múltiples temas, que abarcan desde las indemnizaciones que reclaman militares por accidentes laborales o bélicos hasta discusiones sobre las facultades punitivas de la AFIP, entre tantos otros. El tribunal está elaborando una lista de las causas bloqueadas por el “cuatro a tres”.
El presidente del tribunal, Enrique Petracchi, reclamó una definición a la Casa Rosada al abrir la Conferencia Nacional de Jueces. Lo había hecho ya Zaffaroni. El resto se fue sumando. La mayoría prefiere una Corte más chica, de siete o cinco miembros, pero lo que les urge es que el Gobierno se decida: o promueve una ley para achicar o nombra a los dos que faltan.
Después de patalear en vano, semanas atrás pactaron “no decir más nada, no presionar”. En el ínterin, en la búsqueda de salidas, uno de los supremos sugirió, en una conversación informal con colegas, firmar una acordada que modificara temporalmente la mayoría y habilitara firmar fallos con cuatro votos. La iniciativa no prosperó, era una jugada de alto riesgo fácil de tildar de ilegal: se inmiscuiría en reglas establecidas por ley que sólo puede alterar el Congreso. “Tampoco nos íbamos a autopostular para el juicio político”, bromeó un ministro consultado por este diario.
Ese intento, con todo, dejó en evidencia el nivel de malestar en la Corte, donde algunos de los ministros confiesan haber recibido mensajes disímiles de parte del Gobierno sobre lo que piensa hacer. “La sensación es que no saben a quién nombrar”, especuló uno de ellos. “O que para nombrar a alguien muy de su riñón quieren esperar”, añadió otro.
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