Dom 12.11.2006

EL PAíS • SUBNOTA

Facilitar es muy difícil

› Por M. W.

Juan Antonio Yáñez Barnuevo, andaluz él, graduado en derecho en la Universidad Complutense de Madrid, diplomático de larga carrera, será el adelantado del rey de España al Río de la Plata en su gestión como “facilitador” en el conflicto del Río Uruguay. El Gobierno argentino impulsó esa instancia, valiéndose de la buena relación que tiene con el gobierno español en general y con el canciller Miguel Angel Moratinos en especial.

La aceptación del monarca, que haría suponer que Juan Carlos atisba una lucecita en un túnel conspicuamente oscuro, sirvió al menos para destrabar un parate exasperante de las negociaciones.

Desde el ángulo argentino, la iniciativa es funcional en dos frentes que tienen por delante, explicaron a Página/12 dos funcionarios de primer nivel implicados en el día a día del conflicto. Para adentro, para los casquivanos vecinos de Gualeguaychú, es una prueba de activismo oficial y al tiempo un mensaje dirigido a disuadirlos de seguir cortando el puente.

En el frente externo, de cara “al mundo”, el gesto extrovierte que Argentina explora caminos pacíficos, menos enojosos que el litigio ante la Corte de La Haya y menos chocantes a los criterios dominantes en casi todo el orbe respecto de la pertinencia de la movilización ciudadana dictando el rumbo de la política exterior.

En la Casa Rosada y la Cancillería prima el espíritu exploratorio sobre el optimismo. No es para menos. Abundan los datos contra la perspectiva de un acuerdo. Las posiciones de Argentina y Uruguay están cristalizadas, la bronca entre los gobiernos ha crecido irrazonablemente, Tabaré Vázquez tiene poca autoridad respecto de la empresa finlandesa Botnia y Néstor Kirchner no consigue ponerle un dique a la protesta entrerriana que en parte lo desafía.

Los ingredientes a favor, vistos desde el ejecutivo argentino, son la condición de jurista de Yánez, que debería redundar en mayor atención a los argumentos legales referidos a la violación del tratado del río Uruguay. La marcada voluntad del gobierno español es otro aliciente. Ya se comprobó en las gestiones ante la empresa de su bandera ENCE, que decidió relocalizarse. Según los estrategas argentinos, el nuevo emplazamiento está acordado, es en la zona de Villa Palmira, cerca de la desembocadura en el Río de la Plata, en un paraje de aguas frías y torrentosas, que no tiene poblaciones a la vista. El problema, reconocen en Jefatura de Gabinete y en el Palacio San Martín, es que para bailar ese tango no hacen falta dos, sino tres. ENCE y Argentina están bastante de acuerdo pero Uruguay está por verse. Para hacer las cosas en regla, el nuevo acuerdo debería ser refrendado por la Comisión Administradora del río Uruguay (CARU), lo que sería para el país hermano una herida narcisista y en cierta medida un reconocimiento de que antes no se hicieron bien las cosas. Así que la fracción mejor encaminada de la resolución del entredicho está atrancada, todo un indicio acerca de cómo andarán las dificultades más densas.

Es complicado aun en el terreno hipotético dibujar una salida que contemple los intereses, las tirrias y aun los berretines de las numerosas partes que integran el contencioso, más parecido a esta altura a un polígono de fuerzas contrapuestas que a una cinchada entre dos.

Eso sí, es inimaginable que el facilitador honre su apelativo si no implica a Botnia y al gobierno finlandés en la conversación. Para los argentinos ése es un valor agregado que suma Moratinos, de quien cuentan que tiene una añeja relación política con la presidente de Finlandia. Da la impresión de ser poco, pero en algo hay que creer.

El facilitador, cuya identidad fue anunciada en exclusiva por este diario anteayer, llegará el miércoles. Merodeará por aquí un par de días e irá a Uruguay un tiempo seguramente idéntico. Le cabe una tarea endiablada. Para lubricarla será necesario sin duda que Uruguay deponga su obstinación, que los asambleístas depongan transitoriamente sus métodos de lucha. Y seguramente, que Argentina en su momento ponga efectividades conducentes sin las cuales la solución inviable suena imposible.

Nota madre

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