Lun 05.02.2007

EL PAíS • SUBNOTA  › ALCIRA DAROQUI, SOCIOLOGA

“Es inadmisible”

› Por Carlos Rodríguez

“La portación de armas y su utilización por manos de particulares es inadmisible. No es la primera vez que lo digo y no es la primera vez que ocurren casos de este tipo. Las armas no garantizan la seguridad, todo lo contrario, y es grave que otras personas, de la misma comunidad, avalen lo que este hombre hizo.” Alcira Daroqui, investigadora del instituto Gino Germani en temas de violencia, sostuvo que lo ocurrido en Remedios de Escalada significa “un retroceso, porque en el siglo XXI se ha vuelto a una situación que se daba antes de la creación del Estado moderno, a esos tiempos en los cuales los conflictos particulares eran ‘solucionados’ por manos particulares y no por el Estado”. Daroqui, que trabaja en el Poder Judicial y conoce de cerca el extraño recorrido que suelen seguir las armas secuestradas en hechos delictivos, cuestionó la política oficial que premia la entrega voluntaria por parte de particulares. “Hay que prohibir la tenencia y la portación de armas en manos de particulares. ¿De qué sirve que entreguen las armas no declaradas, si después pueden conseguir un arma con la aprobación del Renar (Registro Nacional de Armas)? La política oficial es contradictoria. No tiene que haber armas en manos de particulares, ni legítimas ni ilegítimas.”

“Estos casos de violencia nos retrotraen a situaciones que se producían antes de la creación del Estado moderno”, insistió Daroqui. Su preocupación apuntó, sobre todo, a la actitud complaciente de los vecinos con los hechos protagonizados por el panadero Luis Francisco Zurrón, de 44 años. El hombre, luego de sufrir el robo de 300 pesos, salió a correr a los ladrones e hizo varios disparos, uno de los cuales mató a su vecina Marcela Pérez, de 36, ajena a los hechos. “Es común que la gente justifique el uso de la violencia, por parte de las víctimas, antes de que ocurran los hechos. Lo extraño es que lo justifiquen después y en un caso como éste, donde los ladrones, que estaban armados y ejercieron violencia, sólo cometieron un delito contra la propiedad y no avanzaron contra las personas” porque no hirieron a nadie.

“Esa actitud de los ladrones contrasta con la que adoptó el panadero, que finalmente protagonizó un hecho mucho más gravoso que el robo a mano armada previo. No se puede convalidar un caso en el cual dos miembros de la misma comunidad terminan matándose entre ellos”, recalcó Daroqui en diálogo con Página/12. “Lo que hizo el panadero es un acto de violencia que brinda mucha inseguridad, porque hay una falta de proporcionalidad evidente con el delito que cometieron los ladrones. El salió a disparar, pero no le provocó ningún daño a sus victimarios sino que afectó a una víctima no participante del hecho. ¿Cómo se puede avalar eso?”

La especialista señaló como agravante la circunstancia de que el panadero “haya tenido muchas armas (en su domicilio había 13), lo que estaría indicando que no es un simple ciudadano común ‘irresponsable’ sino que tenía una actitud violenta previa” al robo del que fue víctima. A Daroqui le parece insuficiente la política de “desarme” voluntario que propicia el Estado. “Podemos avanzar en la entrega de las armas ilegales, pero vamos a seguir entregando armas a manos particulares, a través del Renar, en forma ‘legal’, pero del mismo modo peligrosa”. De hecho, Zurrón tenía 13 armas y la que usó en el hecho de marras era legal, eso a pesar de que él veía con un solo ojo. El panadero había perdido la visión de su ojo derecho en un accidente que tuvo a los 18 años. Por eso, en su declaración ante la Justicia, dice que “no vio” a su vecina Marcela Pérez, a la que le pegó un tiro en el cuello.

Daroqui aseguró que las leyes, a partir del endurecimiento del Código Penal por el efecto Blumberg, son contradictorias también respecto del tema armas. “Se dice que alguien puede ser condenado por robo calificado por el uso de armas, sólo con la mención de la víctima de que el asaltante le mostró un arma. No importa si después, en la investigación, el arma no aparece nunca. La policía no tiene la necesidad de secuestrar el arma. Si el arma estuvo, no se sabe nunca quién se la hizo desaparecer.”

“El tema de las armas, igual que el de las balas, forma parte de una actividad muy lucrativa. En el mercado legal, las armas, muchas veces, son entregadas en forma graciosa. Las autoridades del Renar no tienen en cuenta, por ejemplo, si el que pide la habilitación es tuerto o no. La violencia y la inseguridad no vienen sólo por las armas ilegales sino también por las legales. ¿Cuál es la diferencia?” En el caso del panadero de Remedios de Escalada, “hubo violencia, hubo un homicidio, pero el robo no se evitó. Esto significa que si la gente se siente amenazada, insegura, y compra un arma, legal o ilegal, crece la violencia. Si la gente tiene miedo, va a ser muy violenta y eso no sirve”.

“La seguridad la tiene que dar el Estado, pero tiene que actuar con la verdad. El robo y el delito siempre existieron y van a seguir existiendo. No son evitables por ninguna política de seguridad que se aplique. El delito no se puede eliminar, se puede disminuir. Eliminar no puede ser el slogan porque eso es mentir.” Para Daroqui, si no se prohíbe la venta de armas a particulares, “van a seguir apareciendo personas que salgan a matar a tontas y a locas. No sólo los delincuentes son capaces de tener armas y de usarlas”. También se preguntó: “¿De dónde sacan, dónde compran sus armas los que salen a cometer delitos?”.

“Hace unos años, los juzgados bonaerenses, luego de los juicios por hechos de violencia, tenían que remitir las armas secuestradas a la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires. Desde hace cuatro o cinco años hay que enviarlas directamente a la Policía Bonaerense. El problema es que a los juzgados no llegan los certificados que confirman que esas armas fueron fundidas, o que fueron destruidas. Entonces nunca queda claro dónde van a parar esas armas, que son muchas.” Por ese motivo, Daroqui se volvió a preguntar: “¿De dónde sacan las armas los delincuentes? ¿Dónde las compran?”.

“Por eso creo que no se soluciona el problema con el desarme que propone el Gobierno. Hay que ir más lejos y atacar los orígenes de una violencia no tiene sólo que ver con la seguridad sino también con otros temas muy importantes como la situación social, la educación y tantas otras cosas.”

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