EL PAíS
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¿Operación Cabeza de Turco?
› Por Martín Granovsky
¿Cómo fue la trastienda de la nota en tapa del New York Times que trata tan mal a Carlos Menem? Pudo haber sido así: el corresponsal en la Argentina trabajó fuerte los puntos oscuros de los ocho años del atentado a la AMIA. Después, un editor en Nueva York se mostró muy interesado en el tema. Había quedado muy sensible tras una entrevista con familiares de víctimas de la bomba y su relato de que ni el Gobierno ni la Justicia de la Argentina se habían preocupado realmente por llegar a la verdad. Pero también pudo haber sido como sigue.
Eduardo Duhalde saludó contrariado a Carlos Alberto Reutemann.
–El Turco es el mismo psicópata de siempre.
Juntos fueron al microcine de la Quinta de Olivos. La única presencia era un operador. Duhalde se había asegurado de contar con la menor cantidad posible de testigos para evitar filtraciones.
El video era borroso, pero las caras se distinguían nítidamente. Parecía una escena de Calígula. Hombres con mujeres, hombres con hombres, mujeres con mujeres. Figuras del Gobierno y del Congreso. Las botellas de champagne parecían surtidores. Reutemann pensó por un momento que le hacían acordar al podio de Fórmula Uno. Pero esta vez no buscaría ni un segundo puesto. Se fijó en la imagen de una odalisca. Parecía un hombre disfrazado.
–Entonces no hay nada que hacer –comentó, parco como siempre.
Fue después de esa reunión que Reutemann dijo aquella frase increíble de “seguramente vi algo que no me gustó, y por eso no voy a ser candidato”. Una frase que hizo exclamar a James Walsh, el embajador norteamericano:
–Nos bajaron un candidato. Vamos por el otro. Y ésta Menem la pagará caro.
Al día siguiente, Walsh se entrevistó en su residencia con José Manuel de la Sota, el gobernador de Córdoba.
–Viejo, es tu turno –le dijo.
–¿Pero ustedes no juegan a Menem? –preguntó De la Sota.
–Algunos. No todos. En el Departamento de Estado pensamos que lo mejor siempre es el recambio. Estamos muy agradecidos a Menem, sobre todo porque estuvo con nosotros en la Guerra del Golfo y cada vez que lo necesitamos. Pero si él gana la crisis argentina será incontrolable, y eso no nos conviene. Presentate que te apoyamos.
–¿En qué me apoyan?
–Por lo pronto, en que puedas afirmarlo en público. Nosotros diremos que las elecciones argentinas no son tema nuestro, pero todos sabrán que confiamos en vos –le dijo el embajador, que por sus años de estudiante en Córdoba y su temporada de consejero político y número dos de la embajada con Terence Todman habla no sólo castellano sino un lenguaje argentino perfecto.
No bien De la Sota dejó el edificio de Libertador al 3500, Walsh se comunicó con José Pampuro, el secretario privado de Duhalde.
–Córdoba está –dijo–. Sólo falta Irán.
Pampuro entendió. Sabía que Nilda Garré, del ala duhaldista del Frepaso, había estado conversando con el corresponsal del New York Times en la Argentina, Larry Rohter. El periodista se había mostrado muy interesado en escribir una larga nota sobre el atentado contra la AMIA, y la historia de Garré sobre el “Testigo C.”, el presunto dinero para Menem y la participación iraní lo había deslumbrado.
–El tipo sabe que su diario no lo quiere a Menem pero necesita vincular al Turco con temas de seguridad importantes en Estados Unidos para que en el New York Times le den importancia –dijo Garré, que se interiorizó de la causa AMIA mientras fue la responsable del tema a finales del gobierno de Fernando de la Rúa.
El jueves 18 de julio, el secretario de Estado Colin Powell le contaba al editor internacional del diario que el gran enemigo era Irak, pero que para no aparecer como obsesionados en contra del pueblo iraquí los EstadosUnidos diversificarían el blanco, al menos en los discursos. Y le susurró como al pasar la historia del “Testigo C.” y la participación de Menem.
El viernes 19, Rohter se enteró de que su artículo interesaba mucho a los editores del diario. Hasta podría ser publicado con una mención en tapa.
El sábado 20 se sintió conforme con la última versión y mandó una larga nota. Su editor le contestó que estaba todo OK. Larry quedó libre. Era un buen día para no tener nada que hacer. En el Día del Amigo, la Recoleta estaba tan animada como un domingo de primavera en Central Park.
Walsh llamó por última vez a De la Sota.
–Ahora sí, Gallego –le dijo en confianza.
Ese mismo sábado, el gobernador de Córdoba anunció el lanzamiento de su candidatura. Walsh pasó un sábado excelente, y el domingo nada lo distrajo de lectura de los diarios donde el tema del surgimiento de un candidato alternativo a Menem y a Elisa Carrió había ganado un extraordinario despliegue. Pero recién se tranquilizó del todo en la madrugada del domingo al lunes, cuando abrió el site del New York Times. Ahí estaba la nota. Adiós Menem. La Operación Cabeza de Turco había sido exitosa.
El cronista debe ser honesto con el lector: cree más en la primera versión sobre la trastienda de la nota del diario norteamericano que en la segunda. Las dos surgen solo de la imaginación del periodista, pero la segunda seguro resultará más verosímil. Lo cual, por supuesto, solo pinta cómo está la Argentina y hasta qué punto algunos políticos solo se sienten en carrera si reciben la bendición del exterior.
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