EL PAíS • SUBNOTA
Jorge Sobisch se encargó de que la policía neuquina no estuviera a la vista de los manifestantes. Aunque en la Casa de Gobierno había una importante presencia de sus Grupos Especiales, preparados para un posible intento de entrar. Pero hay otros policías que no quieren esconderse por otras razones. A través de notas que hicieron llegar a los manifestantes dejaron sentado que “no quieren ser el pato de la boda”, cada vez que se ordena la represión a los reclamos sociales. La indignación social que provocó en la provincia el asesinato de Carlos Fuentealba ya les trajo serios problemas en sus vidas. Muchos de ellos –relatan los anónimos– tienen que “salir de civil” desde sus casas y aun así no pueden sortear el disgusto que le manifiestan sus propios vecinos. Muchos de ellos también son familiares y hasta esposos de docentes. Algunas de las notas recuerdan que la identificación del sargento primero Darío Poblete fue hecha ante la Justicia por sus propios compañeros. Algo que también habría disgustado a parte de la conducción policial. Tampoco pasan por alto sus propios salarios, muchas veces enganchados –para que no queden demasiadorelegados– a los aumentos que consiguen docentes u otros estatales. Un tema que la estructura policial que diseñó Sobisch para su provincia no había tenido en cuenta.
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