EL PAíS • SUBNOTA › OPINION
› Por J. M. Pasquini Durán
En la primera vuelta, habiendo votado el 76 por ciento de empadronados, ganó de manera rotunda la fórmula Mauricio-Gabriela con la promesa del “cambio”. Si la victoria queda ratificada en la segunda vuelta, a partir del 10 de diciembre gobernará la ciudad el ingeniero Macri, del PRO, secundado por Michetti, celebrado por sus aliados de la derecha como el principal referente de la tendencia. Debido a una inexplicable demora en la difusión del escrutinio oficial, al cierre de esta edición se conocían resultados parciales, de los que podía deducirse que la ventaja de los ganadores rondaba los veinte puntos y que la combinación Filmus-Heller tendrá la oportunidad de disputar la segunda vuelta el próximo 24 de junio. Según los datos conocidos, el recorrido de esta fórmula fue meteórico, ya que tres meses atrás apenas si figuraba con el 4 por ciento de la intención de voto. En el resultado final, alrededor del 24 por ciento, sin duda contribuyó la adhesión sin fisuras del presidente Kirchner y su gobierno, pero también los aportes de la coalición “Diálogo por Buenos Aires” con Carlos Heller y Aníbal Ibarra, quien ocupará una banca en la Legislatura que hace un poco más de un año lo destituyó de la Jefatura de la Ciudad.
Aunque no aceptó el tercer lugar hasta última hora, todas las encuestas y los porcentajes parciales del escrutinio oficial ubicaron en esa posición a la fórmula Telerman-Olivera, con el respaldo de Elisa Carrió y su Coalición Cívica. Así como Macri fue el ganador neto, Carrió cargó con la mayor derrota en términos políticos para sus conocidas ambiciones presidenciales. La organizadora de la Coalición Cívica anunció anoche que dejará en libertad de acción a sus seguidores, que es la manera de apoyar a Macri sin declararlo, ya que se sabe lo que ella opina del Poder Ejecutivo nacional, al que compara con el régimen comunista rumano de Ceausescu.
Para el futuro ballottage, los dos competidores anticiparon en sus mensajes de cierre de la jornada los estilos de sus respectivas campañas. Mientras Macri reiteró la línea seguida hasta ahora, tendiente a “municipalizar” la elección, tanto así que ocultó a sus amigos y potenciales aliados para otros ámbitos, como Ricardo López Murphy y Jorge Sobisch, Filmus prometió “nacionalizar” el voto, “para elegir entre los dos modelos en pugna” y, por si necesitara ratificar la adhesión del gobierno, la senadora Cristina Fernández de Kirchner dejó la residencia de Olivos para acompañar a la fórmula en el acto final de la jornada. Habrá que ver si los porteños aceptan el desafío de modificar la tendencia en la segunda vuelta.
Por ahora, el jefe de PRO pudo superar la barrera del total de votos que había conseguido en segunda vuelta de 2003, contra Aníbal Ibarra, y sus estrategas de campaña consideran que los votantes de Carrió, cuyo porcentaje parece que es menor al que se le adjudicaba, optarán por votar contra el candidato de Kirchner. Consideran, sobre todo, que la victoria conseguida por tamaña diferencia influirá en la segunda vuelta, porque aducen que la experiencia indica que es improbable que pueda modificarse la tendencia en tan poco tiempo. Todos los macristas reconocen, además, que le hizo bien promoverla a Michetti, cuyos orígenes políticos se remontan a “Humanismo y Liberación” en la Democracia Cristiana, y ocultar la línea dura de Burzaco, por ejemplo, su especialista en seguridad.
Por el lado de Filmus, sin duda atraerá a una porción de los votantes de Telerman, pero necesitará además convencer a fracciones de la izquierda, desacreditar a Macri para que alguna faja de votantes cambie de “modelo” y reclutar a nuevos apoyos entre el 24 por ciento que no acudió ayer a las urnas. Hay que decir que ayer vivieron en ese microclima una sensación de euforia, como si hubieran ganado la primera vuelta, ya que no eran muchos los que estaban dispuestos a apostar a la mano del ministro de Educación como posible rival en el próximo ballottage. Alberto Fernández, su principal auspiciante y enemigo jurado de Telerman, respiró aliviado porque un tercer puesto hubiera significado para él, como jefe del peronismo porteño, un revés igual o peor que el sufrido por Carrió.
De las diversas expresiones de la izquierda, según el escrutinio parcial, sólo Patricia Walsh y Claudio Lozano consiguieron casi un 3 por ciento de los votos cada uno. Las 17 listas restantes quedaron sintetizadas en ese anónimo “Otros” donde van a parar los que no consiguen el mínimo porcentaje. Casi toda la atención mediática, como era de esperar, estuvo concentrada en los tres primeros y nada más. Tanto es así que ninguno se ocupó de Neuquén, donde se elegía gobernador, después del conflicto docente en el que fue fusilado por un policía el profesor Carlos Fuentealba, militante de aquella huelga. A última hora de ayer, el electorado neuquino volvía a favorecer al partido provincial (Movimiento Popular Neuquino) que lo gobierna desde hace mucho tiempo, con más del 50 por ciento de los votos contra 20 por ciento obtenido por los oponentes radicales. A diferencia de lo que sucede en muchas provincias, los porteños prefieren algún cambio, el que sea. Habrá que ver si, en la polarización de la segunda vuelta, la mayoría insiste en esa idea, cuando adviertan que esa actitud va de contramano con las opiniones predominantes a favor de la continuidad de la actual administración nacional.
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