Lun 18.06.2007

EL PAíS • SUBNOTA  › EL ARI GANABA EN USHUAIA CON EL 39 POR CIENTO DE LOS VOTOS

El fin del bipartidismo provincial

› Por M. P.
Desde Río Grande

De repente todo el país mirará hacia la provincia número 23, con el presupuesto más alto en proporción a la cantidad de habitantes y la menor tasa de desempleo de la Argentina. Las elecciones de ayer mostraron el principio de lo que puede ser un proceso impredecible: ¿comenzó ayer el fin del bipartidismo en su versión fueguina, donde dos partidos tradicionales –el PJ y el Movimiento Popular Fueguino con la UCR como aliada– se han repartido los últimos mandatos electorales?

“Queremos que esto cambie”, se repetían ayer los mensajes de texto y correos electrónicos que leían en las radios de Ushuaia. ¿Es el castigo para las dos fórmulas que optaron por las denuncias espectaculares a través de cámaras ocultas y grabaciones ilegales para conseguir más votos en la última parte de la pelea electoral? “Para nosotros esto no es una sorpresa, es una sorpresa para el poder”, aseguró a Página/12 el concejal Gustavo Longhi, esposo de Ríos y organizador de la campaña del ARI.

La diferencia que obtuvo el ARI en Ushuaia fue clave para el resultado general de la provincia: sacó el 39 por ciento y superó por más de diez puntos a sus rivales del Frente para la Victoria y el Mopof-UCR. Muchos atribuyeron el batacazo del ARI en la capital al efecto que produjo en los votantes radicales y del Movimiento Popular Fueguino la difusión de un video que mostraba al primer candidato a legislador de esa alianza, Pablo Wolaniuk, guardándose 18 mil pesos en el bolsillo. Con doce años ininterrumpidos de gestión, era esperable que el intendente de Ushuaia, Jorge Garramuño, hiciera valer su condición de cierta localía. Además del peso del aparato municipal, ya que en Tierra del Fuego suelen decir que Ushuaia y Río Grande son dos “ciudades-Estado”. Sin embargo, Garramuño no hizo una buena elección y a la medianoche terminó aceptando que había quedado tercero y fuera del ballottage. A las doce de la noche, cuando el gobernador Hugo Cóccaro se paraba ante las cámaras en el Hotel Ibarra para dar una conferencia de prensa, Garramuño llamaba a Ríos para felicitarla por el segundo puesto.

El gesto de Garramuño no debe interpretarse como un indicio de que el Mopof llamará a sus votantes a que respalden al ARI dentro de una semana. Anoche, el propio Garramuño se declaró “prescindente” a título personal. “El Mopof decidirá qué hace”, dijo. En la tradición de la política fueguina, es difícil que el que salió primero gane en la segunda vuelta: para hacerlo tiene que haber conseguido una buena diferencia, cosa que el Frente para la Victoria no logró. El resultado que obtuvo la fórmula Có-ccaro-Bertone decepcionó a todos sus impulsores, pero sobre todo al Gobierno nacional. Se esperaba una cifra que rondara el 40 por ciento: hasta las tres de la tarde el propio Cóccaro descontaba una amplia diferencia y hasta se animaba a pronosticar un triunfo de su hermano Abel como candidato a intendente de Río Grande. El hermano salió tercero, detrás del radical Jorge Martín, quien consiguió su reelección, y la esposa de Jorge Colazo, Ana Córdoba.

El gran triunfador fue el ARI. Además del segundo puesto para gobernador, se convirtió en la primera minoría para la Legislatura: logró seis legisladores (22,88 por ciento) contra cuatro del Frente para la Victoria (13,1) y uno del Mopof (6,52) y otro del radicalismo (5,48). En el bunker oficialista los resultados cayeron como un balde de agua helada. Enseguida comenzaron las autocríticas y las explicaciones en la intimidad: Có-ccaro y Bertone nunca se llevaron muy bien –la diputada estuvo muy cerca del destituido gobernador Colazo– y la fórmula conjunta recién pudo concretarse por presión de la Casa Rosada. Aunque ese acuerdo fue la segunda opción de la Casa de Gobierno: originalmente Kirchner había pensado en el radical Martín para encabezar la fórmula junto con Bertone. Hubiera sido una versión fueguina de la Concertación Plural al estilo Miguel Saiz o Julio Cobos. La intransigencia de Cóccaro, que insistió con que quería encabezar la fórmula, no lo hizo posible.

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