Si no hay cambios de último momento, Fulvio Madaro, el ex titular del Enargas, se convertirá hoy en el primer funcionario indagado en el caso Skanska. El juez federal Guillermo Montenegro, que investiga coimas y sobreprecios en la construcción de dos gasoductos, lo estará esperando en su despacho con una larga lista de preguntas. El santacruceño, según sus allegados, iría dispuesto a responder. Ayer tuvo un primer revés de la Sala I de la Cámara Federal, que rechazó una queja de su abogado porque no lo dejan presenciar las declaraciones de testigos.

Madaro fue desplazado del Enargas cuando Montenegro lo llamó a indagatoria, después de que se conoció una grabación en la que un ex gerente de Skanska aludía a comisiones indebidas pagadas en las obras de los gasoductos Norte y Sur. Hablaba de un 2 por ciento para el ente del gas y de un 3 por ciento para Nación Fideicomisos, cuyo gerente Néstor Ulloa también fue expulsado. Ulloa, que administraba los fondos para ambos proyectos de obra pública, tiene cita el 8 de agosto.

El Enargas era el organismo encargado de auditar la licitación para la ampliación de los gasoductos, donde Skanska fue una de las empresas favorecidas. Según el dictamen del fiscal Carlos Stornelli, los sobreprecios podrían superar los 40 millones de dólares. En el caso de Madaro, a lo largo de la investigación se fueron sumando fuertes indicios en su contra, más allá de la grabación. Un primer cruce de llamados telefónicos mostró que había mantenido varias comunicaciones con el titular de la financiera Money Market, un eslabón clave en la ruta del dinero que pagó Skanska por bienes y servicios inexistentes. Money Market negoció el cobro de esos cheques, según ya determinó el juez penal tributario Javier López Biscayart, al investigar a la empresa sueca por usar facturas truchas. Montenegro, además, investiga movimientos bancarios del ex funcionario, incluso fuera del país. Ayer los camaristas Eduardo Freiler, Gabriel Cavallo y Eduardo Farah, de la Sala I, rechazaron un planteo del abogado de Madaro, Julio Virgolini, que se quejaba porque Montenegro no le permite a ninguno de los defensores presenciar las declaraciones de testigos.