EL PAíS
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Un caso de gatillo fácil de 1985
› Por Carlos Rodríguez
Después de los sucesos del lunes, cuando fue virtualmente destrozado el destacamento de El Jagüel, la voz cantante a nivel de la policía bonaerense, a la hora del análisis, la tuvo el comisario mayor Claudio Omar Smith, jefe de la Departamental de Lomas de Zamora, quien como denunció Página/12 el 8 de junio pasado, en 1985 estuvo involucrado en un sonado caso de gatillo fácil ocurrido en el sur del conurbano. Smith confirmó que había seis detenidos por los saqueos en El Jagüel y sobre la quema de la seccional, consideró que fue “una fisura, una herida entre la relación de la policía con la comunidad”. Consideró que lo ocurrido merece “un análisis serio” y que sus hombres deberán “reparar la relación”.
Smith informó que además del subcomisario Juan Carlos Intrieri, que sufrió un infarto, hubo “11 policías heridos” como consecuencia de los proyectiles arrojados por los manifestantes. Smith consideró que los que participaron en el repudio a la policía actuaron “más como vándalos que como vecinos”. Sobre la posibilidad de que haya policías bonaerenses involucrados en el secuestro y asesinato de Diego Peralta, obviamente lo negó. “Hay que esperar lo que diga la Justicia”, admitió luego.
El 8 de junio pasado, cuando era jefe de la Departamental de Morón, este diario recordó que el comisario Smith estuvo acusado y detenido por la llamada Masacre de Villa Albertina, ocurrida el 17 de junio de 1985. En esa ocasión, una comitiva policial integrada por Smith entró a una villa de esa localidad bonaerense y tratando de capturar a tres ladrones asesinó a tres inocentes. Las víctimas fueron Florentino Moreno, de 52 años, postrado en una silla de ruedas; su mujer Lidia Raquel López, de 23 años, que estaba embarazada, y una hija de ambos, Margarita Leonor, de 2 años. En marzo de 1986 le dictaron la prisión preventiva, pero como recordó el propio Smith, en una comunicación con este diario posterior a la publicación, fue absuelto. De todos modos, en la causa ya archivada quedó constancia de que las balas fueron policiales. Esto es, que la Masacre de Villa Albertina quedó impune, como tantas otras.
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