Hay quienes ven con entusiasmo el regreso de Kirchner al pago chico. Pero no con esa inverosímil idea del líder que vuelve al llano sino para que retome las riendas de la gobernación. Río Gallegos se le ha retobado últimamente y en la Casa Rosada insisten en que no se puede delegar nuevamente el control provincial.

Recuerdan la reciente salida traumática de Carlos Sancho. Pero en especial la irascibilidad de su predecesor, Sergio Acevedo, convertido en un furibundo crítico de la política petrolera oficial. Estos antecedentes, más la foto de Alicia Kirchner apremiada durante una protesta estatal, entusiasman a quienes quieren empujar al presidente hacia Santa Cruz.

Las encuestas oficiales aseguran que Kirchner alcanzaría la gobernación sin demasiados contratiempos. ¿Por qué no construir poder territorial desde ese lugar? ¿Por qué no intentar el encolumnamiento del PJ desde un espacio de poder real? ¿Por qué no fortalecer así una eventual presidencia de Cristina? Hay considerables dudas sobre el impacto de una movida semejante. No será sencillo conciliar la promesa de una etapa de mayor calidad institucional con muestras de semejante ambición de poder. Caería en saco roto el gesto de resignar la búsqueda de la reelección.

A muchos pingüinos les entusiasma la idea de Kirchner gobernador, sobre todo porque les ofrece un horizonte que aún no logran divisar en Buenos Aires. Pero hay muchas señales que echan por la borda esa posibilidad. Hoy por hoy el Plan A es apostar por la continuidad de Daniel Peralta y confinar a Alicia al Ministerio de Desarrollo, aunque existe un Plan B que vuelve sobre la hipótesis de la candidatura de la hermana del presidente. En ese contexto, la Casa Rosada asegura que Kirchner tiene armada una agenda de viajes al exterior para cuando expire su mandato. Incluyen una ominosa agenda internacional, con charlas en la fundación de los Clinton. Habrá que recordarles a los organizadores que el mandatario detesta viajar en avión y le escapa a los seminarios cosmopolitas.

Su tiempo libre prefiere dedicarlo al fútbol, como hizo el viernes, al retornar de Bolivia, pese a que ni el frío del anochecer ni el triunfo 5 a 4 de su equipo le hayan logrado bajar la calentura.