EL PAíS
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La batalla por la interpretación
Fortunato Mallimaci *
Los gravísimos hechos que día a día suceden en nuestro país –donde la noticia sobre un asesinato que culmina en el incendio de una comisaría es un emergente– muestran la crisis terminal que vivimos hoy en la sociedad y en el Estado argentino. La situación de empobrecimiento, desempleo, falta de consensos y normas por la que hoy atravesamos es inédita en la vida argentina moderna (es necesario repetirlo una y mil veces, sobre todo ante jóvenes que no conocieron otras experiencias históricas de integración). Lo que hoy está en juego son las representaciones, las visiones, sentidos y palabras que utilizamos para analizar esta situación. El que tenga el poder de nominar, de “ponerle nombres a los hechos”, tendrá también la posibilidad de dominar, o dicho de otra manera, de dirigir hacia dónde se sale en este complejo proceso.
Uno puede escuchar o leer cotidianamente en boca de intelectuales, periodistas, o especialistas nacionales e internacionales que hay “crisis de las instituciones”, que “no hay respeto a las normas y leyes”, que hay “corrupción”, que hay “descomposición social”, que los “partidos políticos y el Estado no funcionan”, que son necesarios “valores en la acción”, etc.
Se trata de una batalla por la interpretación del sentido del presente y de la historia donde aquellos que creaban “memorias legítimas” como los sindicatos, escuelas, universidades, partidos políticos, etcétera, hoy han perdido credibilidad. Fundaciones de empresas, centros de estudios, organismos internacionales , universidades privadas y especialmente la televisión aparecen “explicando”, “analizando” y “mostrando la única verdad”: son los nuevos dadores de sentido a la acción cotidiana.
La clave de esta interpretación dominante pasa por la “corrupción e ineficiencia de los dirigentes políticos y las instituciones del Estado” y por lo tanto propugna la reducción al mínimo de todo tipo de institucionalidad y regulación.
Debemos crear “otro sentido común” que dispute la interpretación del pasado y del presente y recuerde que 1) los grupos económicos y medios de comunicación concentrados, las empresas privatizadas, el sector financiero nacional e internacional fueron causantes y ganadores en esta crisis; 2) en el tema de la seguridad, las fuerzas policiales, y en especial la Policía Bonaerense –más allá de casos individuales de honestidad– cargan con una historia de corrupción, represión y no respeto a las normas desde la última dictadura militar, realidad que los gobiernos democráticos no pudieron o no quisieron cambiar, y 3) se estigmatiza a los pobres como culpables de robos y secuestros cuando en muchos de los delitos que conmueven a la opinión pública están involucrados grupos policiales.
En esta batalla por la interpretación cada uno deberá decidir si se sitúa junto a los perdedores o a los ganadores de este doloroso presente.
* Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales;
investigador del Conicet.
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